ENG

 

Buscar

 

contacto

Contactar con el IAC

Sara Quintero "Cenador para un jardín" en Galería Siboney

Inauguración: Sábado 17 de noviembre, a las 8 de la tarde

Del 17 de noviembre al 16 de diciembre de 2018

La exposición “Cenador para un jardín” supone la primera muestra individual de Sara Quintero  (Madrid, 1971) en la galería Siboney de Santander, supone su con la que ya expuso en muestras de grupo, siendo la más reseñable la realizada en 2010, que comisariada por Dis Berlin, bajo el enunciado de “Paisajes interiores”, reunía a una cuidada selección de artistas bajo un mismo planteamiento. El paisaje como autorretrato.

SARA QUINTERO (Madrid, 1971) es Doctora por la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, y una artista que ha participado en muchas de las muestras de grupo más reseñables de la nueva pintura española. Además de la señalada “Paisajes Interiores” de 2010, también vimos obra suya en: “La memoria de un cuadro”. 2011. Galería Tercer Espacio, Madrid. “Autorretratos”. 2012. Galería La Nómada. Gijón. (Comisariada por Miguel Galano). “Residencia de Señoritas”. 2012. Galería María Llanos, Cáceres. (Comisariada por Óscar Alonso Molina). O la legendaria “Pieza a Pieza”. 2005, que organizada Instituto Cervantes, itineró por sus sedes de Roma, Atenas, Berlín, Tánger, entre otras y supuso una actualización la la imagen internacional del arte español.

Para este proyecto expositivo, titulado “Cenador para un jardín”, ha preparado una serie de obras de muy diferentes técnicas -pintura, dibujo, collage e impresiones digitales-, con los que aborda una temática comprometida con su tiempo, y con la que lleva a cabo una cierta denuncia del desastre que deviene espectáculo sin límites morales.

En el texto preparado por la artista para el programa de mano de esta exposición, traza una relación, establece una cierta analogía entre, los viajes formativos y enriquecedores que emprenden los europeos en el Siglo XVIII, y los que en sentido contrario se producen en el Siglo XXI por parte de refugiados y migrantes que inician su travesía de forma inversa, cruzan el Mediterráneo  tienen en puerto de Calais ese escenario compartido.

Un proyecto que de alguna manera confronta aquel viaje iniciático que emprendían los jóvenes aristócratas ingleses en el siglo XVIII, a la Europa continental conocido como el gran tour, y que suponía una forma de aprendizaje im­pulsada por la corriente empirista -que consideraba que si las ideas llegan al hombre exclusivamente a través de sus sentidos y de los estímulos físicos a los que se expone, el viaje era un elemento indispensable para desarrollarse y mejorar el conocimiento del mundo-, y la ruta partía de la costa meridional ingle­sa para desembarcar en el puerto francés de Calais donde se abastecían de todo lo necesario para dirigirse tras diversas pa­radas hacia el Mediterráneo, y regresar al año por Francia atravesando los Alpes. Si bien la finalidad era conocer la cuna de la cultura clásica venerada, la peligrosa tra­vesía conducía a temidos límites, permitía a estas élites conocer al otro, lejano, dife­rente, y en ocasiones terrible. Esto dio origen a lo pintoresco como categoría estética. Con la nueva descripción de Europa el siglo XXI, por un nuevo viaje, el de refugiados y migrantes que inician su travesía de forma inversa, cruzan el Mediterráneo para lle­gar a Italia, o a los Alpes e incluso a Calais para poder alcanzar Inglaterra. Toda una experiencia, que les permitirá, si sobrevi­ven, conocer a una Europa otra.

Los dibujos y pinturas de esta muestra, evocan aquellas imágenes pintorescas: paisajes, jardines, arquitecturas, con sus caracte­rísticos planos, diseños, bocetos inaca­bados... para señalar, como en los viajes, los hitos más significativos; como en los jardines, aquellos caprichos, que marca­ban las estaciones de todo un recorrido iniciático-simbólico. Los naufragios en el Mediterráneo, las ruinas de los campos de refugiados tras sus incendios, los alo­jamientos en campos de exterminio nazi... son sin duda escenografías pintorescas, postales dignas de convertirse en evoca­dores souvenirs para viajeros sin retorno.

Por concepción y realización, las obras que Sara Quintero presenta en esta exposición ponen de manifiesto que no sólo ha dado un paso adelante, sino que también ha sido capaz de mirar firmemente atrás, siendo sus obras el resultado de un complejo ejercicio pictórico sobre la escenificación de la catástrofe. Para crear esos paisajes de desolación acude a ejemplos arquitectónicos tanto de la antigüedad como de la actualidad, fundiendo formas y funciones hasta eliminar cualquier signo de temporalidad.

En definitiva, sus cuadros constituyen una colección de imágenes con las que actualiza la relación del hombre con la tragedia, constatando temerosamente su presencia.

Sara Quintero es una excelente artista, tan difícil de clasificar desde el punto de vista artístico, como de catalogar por sus propuestas. Ya en el texto que escribió Juan Manuel Bonet para la ya mencionada muestra de grupo de 2010 en Siboney, aquella lejana  Paisajes interiores, decía: “Sara Quintero, a la que en su momento retraté –y su obra sucesiva me ha reafirmado en ello- como una rara heredera de Alfonso Ponce de León”.

Ella misma en el texto de su muestra de 2015 Amábamos a Europa, dice “… ahora parece que todo ha cambiado. La crisis de Grecia, que es la de todos los países del sur, deja ver el naufragio del Gran Continente ante el dominio de la Europa de los mercados especuladores. No es necesario un enemigo exterior que amenace nuestra cultura, el enemigo está dentro, sepultando todo nuestro patrimonio simbólico. Habitamos en una sociedad que se liquida sin reparos a sí misma”.