"Torreón de Tramoya", próxima exposición individual de Vítor Mejuto en el Centro Párraga de Murcia

En la jerga teatral, se llama torreón de tramoya a la arquitectura interior del escenario que soporta todos los elementos técnicos que sirven para crear la ficción (luces, maquinaria, telones, etcétera). No es extraño que la estructura sea más alta que la sala: hacer creíble que unos hombres y unas mujeres son Enrique IV y su corte, una alcahueta o el comendador de Calatrava requiere esfuerzos titánicos. Oculto a los espectadores y visible para los actores, el torreón se nos presenta como un símbolo, una metáfora de los procesos artísticos, de lo que exhiben y de lo que esconden.
 
Amparado por esta idea, Vítor Mejuto se ha acercado a diversos elementos de las artes escénicas y los ha sintetizado y reelaborado en su pintura. El método de Mejuto podría explicarse como un proceso de digestión pictórica, en el que los referentes con los que trabaja se esquematizan (mejor dicho, se sustancian) tanto como se reconfiguran. Así, en esta exposición, recorremos distintas aproximaciones pictóricas al teatro, la ópera y el ballet: desde la estructura de los edificios a los figurines, desde la partitura hasta la escenografía. Lo hacemos teniendo presente que las artes escénicas gozan de una complicidad con sus espectadores que el resto de las artes deberían envidiar. 
 
Nadie se topa por casualidad con el teatro. Uno tiene que querer ir. Si cualquiera puede encontrarse involuntariamente con un cuadro o una escultura, el teatro exige premeditación: comprar la entrada unos días antes, vestirse para la ocasión, desplazarse hasta el lugar, cruzar el vestíbulo con el programa de mano bajo el brazo, buscar la puerta, encontrar la butaca, sentarse, esperar a que se apaguen las luces.