ENG

 

Buscar

 

contacto

Contactar con el IAC

Ricardo Recuero | Comisario de la exposición "La Parada de los Monstruos" | Est - Art Space


Ricardo Recuero comisaría la exposición colectiva "La Parada de los Monstruos" en Est - Art Space.

Hasta el 4 noviembre de 2023.

La exposición surge con la excusa de rendir homenaje a una de las películas más polémicas y conmovedoras de la historia del cine, Freaks (Tod Browing,1932), traducida como La parada de los monstruos, referente ineludible de la contracultura. Un proyecto expositivo homónimo que tendrá lugar entre los meses de septiembre a noviembre, coincidiendo con la temporada de apertura de galerías en Madrid.

El hilo conductor de la muestra es el monstruo, tanto en su vertiente de representación de lo irracional, inconsciente, ficticio e imaginario, como en su condición de todo lo contrario.
No serán solo personajes o seres grotescos de la literatura o el cine los que nos acompañen durante el recorrido, pues también lo harán otros, si cabe más espantosos, que vemos y sufrimos cada día.

Artistas: Albert Bonet, Atthram, Aurora Duque, Black Sánchez, Carlos Penrider, Erik Arenas, Jesús Aguado, Jesús Montoya, Kristina Stuokaite, Ksenia Shinkovskaya, Martínez Cánovas, Mikel Lor, Nourathar, Pau Serramià, Perrilla, Reverendoom, Roberto González Fernández, Roger Olmos, TONDOsmiling.

Horario: Lunes a viernes: 10:00 a 19:00 h. Sábados: 11:00 a 14:00 h.

C/ La Granja 4, Alcobendas.

LA PARADA DE LOS MONSTRUOS
Explorando lo terrorífico en la contemporaneidad
Est Art Space

Yo me dedico a captar las emanaciones del alma, y eso es algo que no se encuentra en las advenedizas y artificiales calles construidas por el hombre1.

H.P. Lovecraft

¿En los armarios, ¿en los espejos, ¿en una lata de sopa Campbell? Convertimos en pregunta el título del cuento de Maurice Sendak, ¿Dónde habitan los monstruos? Y por extensión, ¿dónde se esconden a día de hoy? En un mundo marcado por la intersección entre lo estético, lo sociológico y lo psicológico, La parada de los monstruos, se sumerge en el intrigante y a menudo inquietante universo de lo terrorífico. Desde la concepción clásica del monstruo hasta los miedos contemporáneos más abstractos, la exposición presenta una variedad de perspectivas y expresiones artísticas que cuestionan y redefinen nuestra relación con lo monstruoso, tratando de establecer una red inter-relacional.

Todd Browning, en los albores de su carrera cinematográfica, asentaba las bases conceptuales del monstruo moderno. En 1932 con “Freaks” y su desfile (parade) de monstruos, radiografiaba con bisturí magnético las miserias del alma humana. Tomemos como precedentes La Bestia Humana de Emile Zola y El Retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde, novela y relato publicadas ambas en el año 1890. Browning, como Wilde y Zola, cuestionaba el lugar del monstruo, desplazando el foco de la mirada exterior, desde lo visible y la apariencia, hacia una visión interior. Los monstruos, aquellos seres abandonados por la gracia, apartados, excluidos, abandonados y explotados desde la necesidad y la supervivencia, mostraban una belleza interior taciturna y melancólica mientras que sus castigadores, normativamente validados, supuraban negritud y maldad. Ser y apariencia, la fractura parte del criterio de normalidad.

Tratando de establecer desde una perspectiva mítico/religiosa una ontología del monstruo, su nacimiento queda inexorablemente ligado al origen del ser humano y deriva de la constatación de una corporeidad mixta, humano-animal. Esa mixtificación (eje) lo conecta directamente con lo maravilloso, con aquello que está más allá del entendimiento racional. La raíz etimológica del vocablo proviene del latín monstrum, a la vez derivada del verbo monere (advertir), que denotativamente designa la presencia de un prodigio, un aviso de lo sobrenatural hacia el mundo. Para Covarrubias2 en su Tesoro de la lengua castellana Monstro, es cualquier parto contra la regla y orden natural, como nacer el hombre con dos cabeças, quatro brazos, y quatro piernas; como aconteció en el condado de Urgel, en un lugar dicho Cerbera, el año 1343, que nació un niño con dos cabeças, y quatro pies. Los padres y los demás que estavan presentes a su nacimiento, pensando supersticiosamente pronosticar algún gran mal, y que con su muerte se evitaría le enterraron vivo. Sus padres fueron castigados como parricidas, y los demás con ellos. El monstruo de este modo se nos presenta como un ser contingente, liminal, que participa tanto de lo biológico como de lo maravilloso, de lo legendario.

El cine clásico de Hollywood, aquel que hoy revisitamos con una mirada nostálgica y que se nos aparece como ingenuo hasta rozar la ternura, consiguió en su momento llegar a aterrorizar a los espectadores de la época. Travestidos de fuerzas sobrenaturales los monstruos canónicos, Drácula, El Hombre Lobo, la criatura de Frankenstein, si bien bebían de las fuentes de la literatura romántica, deconstruían el goticismo alusivo a las pasiones humanas y a su relación con lo sobrenatural y se convertían en la estrategia perfecta para medir el miedo de la población, un termómetro para ejercer su control. El retrato múltiple de esa galería de monstruos entrañables, realizado por Reverendoom, que desde la nostalgia apela al evento cinematográfico como punto de fuga y generador de un imaginario colectivo contemporáneo, se contrapone a la contundencia de los Alambiques de Erik Arenas, dialéctica que define el discurrir temático de esta muestra y nos da la bienvenida. La reflexión parte de la dicotomía entre lo normal y lo deforme y versa sobre como la sociedad se estructura, de base, mediante un arrojamiento a los márgenes de todo aquello que no se ajusta.

A través de una mirada a los orígenes del monstruo en la mitología clásica, donde seres como el Minotauro y la Medusa personificaban el otro aterrador, encapsulando lo desconocido y lo incomprensible, los artistas presentes en la exposición desafían la relación conceptual entre lo normal y lo monstruoso. Kant en su teoría sobre lo bello y lo sublime establecía un marco conceptual para entender cómo el monstruo desafiaba las categorías estéticas establecidas, generando una mezcla de fascinación y repulsión. Explorar cómo los monstruos surgen en la actualidad de las fallas sociales, como la violencia de género, el acoso escolar, la homofobia, el consumismo, la enfermedad mental, la exclusión social y la tiranía de la normatividad. Las pinturas, dibujos y obras digitales desentrañan los mecanismos del miedo y cómo estos han evolucionado a lo largo del tiempo. La Parada de los monstruos invita a los visitantes a contemplar y cuestionar sus propias concepciones del miedo y lo monstruoso. A través de la lente del arte contemporáneo, la exposición ofrece un espacio para reflexionar sobre la naturaleza cambiante de lo terrorífico y cómo nuestra relación con lo monstruoso puede transformarse a medida que evoluciona la sociedad y nosotros mismos.

El bosque (2004), probablemente la mejor película de Mr. Night Shyamalan diseccionaba, mediante una parábola magistral, la utilización del monstruo como medio coercitivo y herramienta catalizadora a la hora de generar y establecer un estado de terror, de delimitación y dominación. La criatura sirve de excusa para analizar las diferentes estrategias de manipulación y control de la población por parte de los poderes políticos, religiosos y económicos. El monstruo amenazante, …señor, líbranos del mal … se despliega en la cabeza colectiva amparado en la necesidad de protección. La tarea asignada/apropiada por los poderes guardianes, justifica, o aun peor se asume como adecuada, cualquier medida de control queda validada para garantizar el bien común. Si a mitad del siglo XX el monstruo tomaba forma de temido comunismo, a finales del mismo, la amenaza islámica se ponía al servicio del control exhaustivo de la población, propiciando una irrupción impune en nuestros hogares, en nuestra intimidad. El bosque de Jose Luis Serzo, nos abre una puerta a lo fantástico que en cualquier momento se puede tornar en aterrador.

Durante la guerra fría el eterno enemigo, la Unión Soviética, adquiere una fisionomía en extraterrestre en films como It came from outer space (1953) de Jack Arnold. La amenaza inquebrantable, capaz de la completa aniquilación de la nación americana, ponía en guardia a una población dispuesta a lo que fuera para defender algo tan preciado como el american way of life y su incorrupta, a la vez que cuestionable, libertad. Desde una perspectiva formal y temática, que entronca visceralmente con la corriente Low Brow, el trabajo de Perrilla y Jesús Aguado, mediante una estética preciosista que mentalmente nos transporta a los cuentos, al comic, a lo lúdico, a espacios mentalmente amables; ponen de manifiesto sin embargo la exclusión de lo diferente y la necesidad de reincorporarlo y reivindicarlo.

En el texto de Sir. Arthur Evans: “Brujería y Contracultura Gay - Una visión radical de la civilización occidental y de algunas de las personas que han tratado de destruirla3, que data de 1978, con los problemas derivados de la brecha temporal, Evans establece la necesidad de des-leer la historia para volver a contarla desde nuevas perspectivas, datos y aproximaciones. Este planteamiento derivado del pensamiento post-estructuralista, comienza a considerar la Historia como un constructo, una narración, sometida a los intereses de un determinado grupo y sobre todo encaminada a perpetuar ciertos privilegios. En su estudio, Evans, elabora una relectura de figuras históricas reales como Juana de Arco o Gilles de Rais así como de determinadas voces tales como Monstruo (Monstruum. Lat = Prodigio) o Bruja, seres apartados del orden regular de del universo con una manifiesta naturaleza maligna. Evans realiza una lúcida reflexión acerca del origen ficcional-direccional de estos personajes y la íntima relación con determinadas prácticas sexuales avanzadas, no normativas y/o comportamientos, idearios, ritos y acciones íntimamente ligadas a los ancestrales misterios de la madre naturaleza. Estas prácticas, podrían contener, leídos desde la contemporaneidad, rasgos anarquistas, de extrema peligrosidad social, y que podían hacer tambalear un campo cerrado de privilegios, ejercicios de poder y de control colectivo que elige la demonización y el miedo como estrategia de acoso y derribo de estos elementos disidentes, no dóciles en indisciplinados, es decir tremendamente peligrosos. En realidad, esta dinámica ha sido perpetuada hasta nuestros días.



¿Cuál es el imaginario del monstruo en el mundo actual?, ¿qué nos da miedo hoy?, ¿cuáles son sus formas? Tomando por un lado la noción de monstruo como aquel ser que infunde terror y despierta nuestros miedos más profundos, entidad (presente o ausente) que interpela a nuestro sistema límbico como canalizador de determinadas emociones primarias; y atendiendo por otro a la categorización de Gullone4 (1996) que clasifica el miedo en tres grandes áreas (miedo físico, miedo social y miedo metafísico), podemos afirmar que estos tres grupos no han variado a lo largo del tiempo, aunque si lo hayan hecho sus disparadores internos como resultado de la evolución tecnológica y social, y se reencarnan en las piezas extremas de Mikel Lor y que perfectamente podrían aflorar en las pieles manchadas de Black Sánchez, aunque en este último caso, el artista haya optado por un trabajo más amable visualmente hablando, pero cargado de su habitual contundencia.

Desde una concepción ingenua del monstruo, que partiendo de la literatura romántica y la tradición oral se reconfigura y plasma de un modo naif en el imaginario colectivo del cine de Hollywood, los ojos contemporáneos solo pueden mirarlo desde la condescendencia e incluso la ternura. En perpetuo dialogo interno, los trabajos de Kristina Stuokaite y las ilustraciones de Roger Olmos nos transportan a la infancia, cargada siempre de ambigüedad, que desde su intocabilidad abre una tremenda brecha a la oscuridad. Sigmund Freud, en su concepto de lo siniestro, nos ayuda a comprender cómo lo que es familiar puede volverse perturbador, lo que encuentra eco en la representación artística de monstruos que han perdido su aura de lo desconocido y han sido integrados en la cultura visual popular. Su trabajo representa lo siniestro en la cotidianidad, mostrando cómo lo bello y lo siniestro pueden coexistir en una misma imagen.

Robert McRuer en su Teoría Crip, arroja luz sobre los aspectos más teratológicos del monstruo al indicar que tanto lo Queer como lo Crip son prácticas culturales en las que la heterosexualidad y la capacidad son tan solo un pretexto para el privilegio. Lo Crip se opone al modelo médico y al modelo social, cuestiona desde esta perspectiva el concepto de normalidad. La situación no está basada en prejuicios individuales sino en los sistemas político-económicos. La discapacidad no es una categoría biológica, tan solo el resultado de determinadas e impuestas restricciones sociales. Los monstruos de barraca de Jesus Montoya, aquellos que rememora el título de esta exposición, práctica exhibitoria que por otro lado se ha mantenido vigente en los circos de nuestro país hasta bien entrados los años setenta, nos hacen reflexionar acerca de, ¿cuáles son nuestras expectativas acerca de la realidad? Si el deseo es un anhelo, la identidad es una construcción social. El poder ha determinado como normales determinadas funcionalidades (la capacidad de trasladarse sobre dos piernas) y determinados cuerpos y orientaciones (aquellos encaminados exclusivamente a la reproducción) para elaborar una red perversa en la que esa normalidad se ha configurado como altamente deseable. Para ello ha estableciendo todo un sistema de privilegios y recompensas. Si las formas terátologicas han infundido terror y desconcierto, también han sido, como la galería de esfinges de Pau Serramia, seres apotropáicos, protectores de nosotros mismos, probablemente el más aterrador de todos los monstruos, y catalizadores de cómo se estructuran: la fractura socio-relacional, la exclusión como respuesta, y la pervivencia de los miedos.

¿Cuál es la naturaleza de los seres que nos presenta Juanjo Martínez Canovas?, ¿se trata de entidades transespecie o contemplamos un reflejo del negro interior del ser humano? Oscar Wilde en su obra El Retrato de Dorian Gray nos ofrece una lente a través de la cual observar la relación entre la belleza superficial y la decadencia moral. Apreciamos cómo la normatividad cultural puede llevar a la ocultación de la verdadera monstruosidad bajo una fachada de conformidad y buen aparentar. Los vicios y las virtudes se tornan antropomórficas también en el trabajo de Nourathar. Probablemente uno de los más aterradores monstruos, quizás en este momento histórico que vivimos hayamos comenzado a verle la cara, tome la fisionomía de la violencia de género. Oculta ancestralmente en los recovecos del hogar y la intimidad, se nos muestra como una sombra amenazante y aterradora que opera desde el silencio de las víctimas. Aurora Duque, se asoma, como una Alicia expoliada desde las heridas que muestra el espejo y apela litúrgicamente a la sacralidad del cuerpo. Y así nos desdoblamos y tratamos de escapar desde la mente con la fantasía, las figuras de Carlos Penrider se expanden y se contraen, se proyectan hacia el exterior desde un interior dañado, desde los propios monstruos y fantasmas que nos asolan.

La Otredad o Alteridad, es un concepto básico en las reflexiones acerca de la identidad y el autoconocimiento. Asumir la otredad desde la práctica de la empatía nos ayuda a definirnos a nosotros mismos y definir las relaciones que se establecen en los marcos sociales. Cuando la alteridad no se aborda desde la empatía desencadena prácticas de admisión/segregación mediante procesos de demonización y deshumanización de determinados grupos que justificarán la explotación en base a la diada superioridad/inferioridad. El trabajo de Roberto González Fernández así lo expresa.

Para tratar de comprender todas las implicaciones que encierra esta idea, debemos partir de la tesis de Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770 - 1831) denominada La Dialéctica del Amo y del Esclavo. Hegel partía de la idea de que la historia universal es la historia de las relaciones humanas y esta basada en las desigualdades y asimetrías existentes en ellas. La Dialéctica debe ser entendida como aquella dinámica por la cual dos tesis o ideas que inicialmente se sitúan en puntos de partida opuestos, pueden superar esa contradicción para alcanzar algo nuevo. El proceso parte de una Tesis, que plantea un razonamiento y una Antítesis que refuta y extrae los problemas de sentido o contradicciones de la tesis inicial, para alcanzar la Síntesis como solución y nueva perspectiva a la idea en cuestión.

Esa historia de las relaciones humanas está basada en El Deseo de Reconocimiento: el ser humano desea desesperadamente ser deseado por otro ser humano, ser reconocido por el otro. Necesita alcanzar un valor autónomo, propio, que lo diferencie identitariamente del resto. Solo cuando el individuo es reconocido como alguien autónomo puede tomar forma la autoconsciencia.

En ese proceso, se desencadena una lucha de autoconsciencias en la que va a primar la imposición, conformándose así dos figuras: El Amo y el Esclavo, en el que el primero se impone al segundo negándolo, no reconociendo su deseo y lo domina anulándolo. El dominado, renuncia a su deseo por temor a desaparecer (identitariamente) y surge una consciencia en la que se impone el auto-reconocimiento de uno como amo y otro como esclavo. El esclavo se asume a sí mismo a partir de la mirada del amo.

La paradoja, el escenario de la sociedad de consumo voraz,  que se desprende del trabajo de Albert Bonet, aparece desde el momento en el que el Amo, necesita de ese reconocimiento del Esclavo para su propia supervivencia. Así el Amo, queda esclavizado por el Esclavo, pues depende de él.

Simone de Beauvoir (1908-1986) – El segundo sexo – 1949-, traslada esta tesis al ámbito del género y de las relaciones coloniales para desvelar un sistema social basado en relaciones asimétricas. Beauvoir propondrá también que convertir a alguien en un objeto de deseo sexual, es una de las formas paradigmáticas de interesarse por el otro, a lo que yo añado, que cuando el interés sexual se ha perdido, el otro es desechado. Estos procesos de asimetría y desecho conllevan inherentemente situaciones de violencia (en determinados casos física) que se sintetiza en el concepto de Violencia Simbólica.

En sus Meditaciones Pascalianas (1998), Pierre Bourdieu (1930-2002) (partiendo de las tesis de Emile Durkheim) define Violencia Simbólica: Coerción que se intuye por mediación de una adhesión que el dominado no puede evitar otorgar al dominador, cuando solo dispone para pensarlo y pensarse (o mejor para pensar su relación con el) de instrumentos de conocimiento que comparte con él y que al no ser mas que la forma incorporada de la estructura  de la relación de dominación, hacen que esta se presente como natural. De este modo Erik Arenas nos sumerge en ese baile de sumisión en el que dominador y dominado del que toma partido la mirada del espectador, posicionándose. Bajo la cristalina superficie de un apacible lago de consciencia se esconden horribles criaturas. Chuck Palahniuk, en Monstruos Invisibles, nos confronta con los demonios internos y las luchas personales que a menudo permanecen ocultos. Aquí, los monstruos se convierten en una manifestación tangible de las inquietudes psicológicas y emocionales, de este modo las monstruas de Athram desafían la dicotomía entre lo interno y lo externo, nuestras expectativas hacia nosotros mismos y como se proyectan hacia el exterior.

En este sentido y en relación con el discurso emitido por Tondosmiling y su genealogía del glitch, recurrimos a las ideas planteadas respecto a cuerpo/identidad por Michel Foucault (1926-1984) y su concepto de biopolítica. Foucault entiende la política como una herramienta de control que toma como objeto al individuo, su nacer y morir, su alimentación, su seguridad y establece los marcos de conducta adecuados que inocula mediante la disciplina para el buen funcionamiento de las instituciones. El estado, no se interesa en establecer un marco exterior para el desarrollo de la conducta individual sino que el marco se ejecuta como un principio activo basado en la fiscalidad del cuerpo.

Para José Esteban Muñoz5, la crítica historiográfica se ha empeñado en la búsqueda de protagonistas ejemplares, modelos honorables, y se pregunta: ¿dónde quedan los bichos raros, los freaks, los fracasados?, desde esta galería de prodigios brillan los antagonistas cinematográficos de Reverendoom en cuya genealogía brilla la figura de Carrie, antiheroína que impartirá severa justicia frente a un tormento tan actual como es el bullying.  En nuestra exposición, casi de manera fenomenológica, aludiendo a las tesis de Sara Hamed, se han reunido alrededor de una mesa, de la mano de Ksenia Shinkovskaya, en un exacerbado deseo de presencia.

La parada de los monstruos amplifica y conjuga los conceptos tradicionales con otros radicalmente contemporáneos en la evolución del monstruo en el arte a través de los siglos. Desde la antigua mitología hasta la reinterpretación contemporánea, los monstruos han pasado de personificar el miedo a encarnar nuestras luchas y desafíos más urgentes. A través de la lente de la cultura occidental-capitalista y guiados por las voces del arte y la filosofía, esta exposición nos recuerda que los monstruos, ya sean mitológicos o contemporáneos, son reflejos de nuestra sociedad y nosotros mismos, en constante cambio y evolución.

Ricardo Recuero.

Notas

  1. LOVECRAFT, H.P. – El modelo Pickman - 1926
  2. COVARRUBIAS, Sebastián – Tesoro de la lengua Castellana o española – 1611 –
  3. EVANS, Arthur – Brujería y Contracultura Gay – Ed.: Descontrol – 2016 - Madrid
  4. GULLONE. Eleonora - Developmental Psychopathology and Normal Fear -1996
  5. MUÑOZ, José Esteban – Utopía Queer – Ed.: Caja Nedra – Buenos Aires - 2020