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Norberto Dotor. Vedovamazzei en la Galería Fúcares de Madrid: No necesitas suerte

Hasta el 12 Enero de 2013.

La galería Fúcares se complace en presentar la segunda exposición individual de Vedovamazzei (Milan, Simeone Crispino, 1964 y Stella Scala, 1962) en España.

VEDOVAMAZZEI o «El arte de enviudar»

No es corriente estar obligado a enviudar. Sin embargo, es lo que hicieron Estella Scala (1964) y Simeone Crispino (1962). Iniciaron en 1991 su colaboración artística, una unión que sobrepasaba sus propias personalidades, y que estaba destinada a sobrevivir a su separación sentimental. El estado de viudedad obligaba a tomarse la muerte con una dignidad más que razonable, sin abandonarse, ya que esta viuda debería ser alegre.

Su asociación está así inscrita, de entrada, en la práctica contemporánea de la manipulación de signos, para dar forma a una realidad abierta, no ficticia, pero abierta a un campo siempre enriquecido de experiencias semánticas. Han escogido confundir los procesos, multiplicar los procedimientos plásticos, explorar las posibilidades de invención rechazando cualquier jerarquía. Su principio es mirar más allá de las apariencias, dilucidar el origen iconográfico y el valor simbólico de los objetos. Lo absurdo, a menudo implicado con esta conducta provoca una reflexión sobre el arte y sus postulados formales e intelectuales.

El patronímico “Vedovamazzei” abre un espacio de reivindicación artística y política. Se sustrae ante todo a la contingencia biográfica y a la pesadez sociológica: ¿quién hace qué, cuándo, dónde, con que acreditaciones y que supuestas limitaciones? Juntos hacen, componen ellos mismos su subjetividad, confrontan los deseos, ponen en cuestión, constantemente, sus compromisos, sin rendir cuentas, creando libremente nuevos espacios posibles para ellos.

La “Viuda Mazzei” es una múltiple negación identitaria, se trata sin duda de una mujer del sur de Italia, posiblemente de Nápoles. Ha perdido su apellido de soltera y luego a su marido. Introducida discretamente en el reino vigilado de las sombras, aún vivas, vestida de negro, se entrega a la soledad. A través de esta pérdida de la identidad, los artistas se disuelven en la hoguera de las vanidades. Por lo tanto, ya no depende de nadie más que de ella misma y se encuentra libre para descubrir una vitalidad nueva ante la tumba. Luto por la forma en que la pareja Vedovamazzei aparece con tres cabezas de entidad independiente.

La “viudedad” Mazzei vuelve a representar la muerte constantemente. La identidad de los artistas está situada en la zona oscura, el descenso a los abismos siempre está seguido de un retorno bautismal a la luz. La pareja organiza sus funerales con cada obra empezando de cero. Esta actitud de empezar de nuevo, que es la esencia de todo juego, no permite relajarse, hacer lo que sea, pero invita al otro a comprobarlo todo, cada gesto, pensamiento, compromiso, para que cada renacer sea más intenso que los anteriores.

El estado del viudo queda, en principio, vulnerable, con predisposición para ser herido, ofendido. Impone respeto, suscita compasión y simpatía, y abre una grieta. La fragilidad no llega por la inconclusión, si no por la responsabilidad. Es desde este punto de vista que Vedovamazzei va a entender la subjetividad, tema central de su obra polimórfica y ambigua. ¿Cómo y por qué ir de una identidad inamovible, de la violencia impuesta tanto a los vivos como a lo social, hacia una obra humorística, inteligente y liberalizadora?

Vedovamazzei pone de manifiesto que la subjetividad no es de ninguna manera una toma de conciencia soberana que escape a las obligaciones. Esta depende del régimen autoritario del otro. El reconocimiento la conduce a la identidad del yo. Lo más próximo que nos rodea, reencontrar el verdadero rostro del Otro es absolutamente imposible. La subjetividad está literalmente alterada. El Otro se limita a enseñarnos nuestro propio rostro tal cual espera de nosotros. El rostro en sus últimas pinturas está magullado, destrozado. ¿Quién es el Otro?. A menudo sólo el título nos informa de su presencia. Y la identidad mostrada en esta paradoja que consiste en someter al rostro a una destrucción incesante. [«Putin, 2011; A Smart Study about Bush’s Family, 2011, Esperienza Morale (A Terrible Beauty is Born) Colt 2011,..». 2011 Esperienza Morale (A Terrible Beauty is Born) Colt 2011...»].

El nombre parece dar lugar a una apropiación y al mismo tiempo desaparece radicalmente. Nosotros tenemos problemas con la idea de retrato, como adecuación de un nombre, de un rostro y de una persona. De repente ya no tengo frente a mí un objeto que pueda conocer o poseer, pero sí la presencia de lo que rechazo. Esta destrucción me aporta la auténtica subjetividad como la consecuencia de un modelo de representación impuesto.

Los vivos, en este sentido, se asemejan a lo social. Las obras de Vedovamazzei tratan de transformaciones, intercambios, metamorfosis, y cambios de estados materiales. Constituyen un espectáculo de la vida bajo el punto de vista de la muerte, de la decrepitud y de la desintegración. Las viudas italianas, que llenan las iglesias, saben que «si el grano no muere...». El proceso de transformación de los materiales nutridos de desapariciones es el mecanismo necesario para todo hecho creativo. ¿Por qué ceñirse a los límites impuestos? Las cenizas funerarias se convierten en sustancia pictórica, la saliva empapando papeles de fumar (“1933” , 2011) está en el origen de una pintura monocroma... Todos estos elementos confirman la idea de una práctica artística como proceso continuo de manipulación. A veces, un solo gesto mínimo, o una pequeña exageración. Las obras conllevan varias reificaciones posibles: bastaría con detener los momentos del ciclo permanente para sugerir que cada muerte es una nueva ocasión para la vida.

Algunas piezas se caracterizan por su naturaleza violentada, rota, repentinamente arrancadas de la calle. Algunos fragmentos, directamente extraídos del mundo exterior aparecen como recuerdos. [Cambiare la propria mente è facile se cambi prima l’altezza, 2011; Dew Drops (Frammento di opera d’arte rinvenuta durante la mostra Over the Edge a Gent nell’anno 2000) 2011].

Su exposición actual fija su realidad cambiante y rompe su cronología. La intención es manifestar la fragilidad de nuestro propio presente, la imposibilidad de conservarlo o, simplemente, sustraerlo de una arqueología del futuro. El orden artístico se invierte. Ya no es el arte lo que hay que proteger o restaurar en nuestros templos–museos. La prioridad es conservar lo real y nuestro cotidiano por el arte. La esencia de lo real es su fragilidad. Se pone en evidencia desde sus manifestaciones rotas. ¿No era arrogante, por parte el artista, proclamarse intérprete del mundo, encerrándolo solamente, sin darse cuenta, en la inútil cortapisa de paradigmas transitorios? Mirar lo real con sagacidad, si, pero con la distancia y el desajuste que impone su propia naturaleza. Sobre todo estar atento a nuestra mirada sobre las cosas.

En Vedovamazzei existe un desengaño generalizado, que entraña una determinada voluntad de romper con el sistema mercantil de listas de artistas y obras consumibles. Una actitud “fuera de juego” que tiene en cuenta no descuidar las reglas de los demás. Es discutible la idea tradicional a través de la cual un ser consciente de sí mismo pudiese apropiarse del mundo a través del arte; en tanto que el arte a su vez, podría transmitirse por un título de propiedad. Se trata de preguntarse sobre esta doble ilusión, cuya denuncia se remonta a Dadá, pero está lejos de haber desaparecido. La filiación dadaísta explica que la obra debe ser ampliamente compuesta por una colección ready-made consecuencia de los dominios más diversos: la chaqueta del padre difunto [Father, 2010/2011] cuyos bolsillos ni siquiera se han vaciado, las toallas del baño, los números de teléfono [WIRELESS, 2008], los colchones [DDR/ My Weakness, 2000/2012…]. Vedovamazzei es en sí misma un ready-made: su nombre pertenece a una lápida aparecida en un cementerio italiano.

A menudo la superficie de lo real se presenta a nuestra Viuda como un fragmento extraído y desgarrado, y a veces, bajo el aspecto de los ready-made. La impronta? de estos objetos cambiantes es, de entrada, un acto de sinceridad: la realidad inmediata se enuncia tal cual. Pero inmediatamente su desplazamiento nos lleva a las cláusulas del contrato tácito que vincula a todo artista con la verdad. Hasta aquí, el material conlleva una producción nunca vista. Vedovamazzei contesta a lo idéntico de los fragmentos de la vida normal (losa de hormigón); sobres [The last Italian envelope 1 ,2009, Dew Drops-2000, We Need Imperfections, to Be Imperfect,1, 2010] llevada a madera, jardín [Go Wherever You Want, Bring Me Whatever You Wish, 2000-…]. Esta única falsificación es suficiente para restituir el poder de transmitir afecto y singularidad en lo que no era más que banalidad o indiferencia.

Los cuadritos íntimos de flores [DEL VECCHIO GEORGE (fiori) 2010] o de motivos geométricos [CLISBY WILLIE, 2010] poseen por sí mismos una condición decorativa, apta para seducir. Pero entonces porqué retomar estos temas de post-guerra? ¿Para reedificar la ambición modernista que se ha vuelto nostálgica? ¿Jugar con los tópicos del post-modernismo y sus reglas de repetición? ¿O más bien para infiltrar señales clandestinas en los dispositivos que estarían desprovistos de sentido en su ausencia?

A veces, se trata de detectar lo inconfesable y lo no-dicho sobre nuestras sociedades controladas. Bonitos y encantadores motivos acompañan al testimonio de ejecuciones capitales. El cuerpo está ausente de la silla eléctrica pero su subjetivo se exige por esta pequeña sedimentación, más eficaz que un alarido. Un cambio se produce en el interior de esta ínfima capa gris, como una partícula que se cargara de vida. Convence más que un discurso que aspirase a avergonzar a nuestras instituciones democráticas. De esta forma, apenas visible, en la clandestinidad, es como Vedovamazzei sabe trabajar para restaurar la capacidad de nuestras conciencias a asumir responsabilidades.

El culto extremo del gesto no disminuye en nada su compromiso o su vigilancia. Es mejor soñar y volver a soñar discretamente que lloriquear o hacerse el importante. La viuda conoce muy bien a los huérfanos. Sabe que no vale de nada atender superficialmente la miseria. Prefiere recordar que todos son vulnerables, ella, ellos, nosotros y también los poderosos. Prefiere trabajar nuestra mirada. Por lo demás, es como nosotros, es siempre nosotros, por culpa de las apariencias o por falta de ellas. Para socorrer al Otro, y socorrernos a nosotros mismos también, empezaremos por concederle nuestro respeto. He aquí lo que la Viuda nos enseña con dignidad.

Natacha Carron Vullierme

Galería Fúcares

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