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El Museo Lázaro Galdiano presenta el proyecto Guillaume Bruère: dibujos en el museo

El Museo Lázaro Galdiano presenta desde el 7 de febrero y hasta el 7 de abril el proyecto Guillaume Bruère: dibujos en el museo, una propuesta en la que por primera vez un artista de fuera de nuestras fronteras interpreta algunas de las obras maestras de la Colección de este museo. Una ocasión única para descubrir el universo creativo tanto del artista contemporáneo como del artista clásico, ya que las obras de Guillaume se exhiben junto a las originales de artistas como El Bosco, El Greco o Goya, recorriendo todas las plantas de la que fuera casa del coleccionista José Lázaro Galdiano y su mujer, Paula Florido.

 

La comisaria de la muestra y conservadora jefe del Museo, Amparo López, señala que en los últimos años el Museo Lázaro Galdiano ofrece una mirada de su colección permanente añadiendo alternativamente dos perspectivas sobre la misma: el diálogo con otras colecciones y la reinterpretación de sus obras por artistas contemporáneos. Además explica que “la idea que planteó Guillaume participaba plenamente de nuestra línea de trabajo, conocíamos la calidad de sus obras y nos pareció muy interesante contar con su mirada”.

Así a principios del 2018 el Museo Lázaro Galdiano se convirtió en el estudio temporal de este artista que fue eligiendo, guiado por su intuición, las obras que dibujaría, en un proceso en el que sus ojos se fijan en el trabajo que están admirando mientras sus manos, a una velocidad frenética, manejan lápices de colores, óleos, pasteles y acuarelas. Durante cinco días creó cincuenta dibujos inspirados en obras maestras de la colección del museo como El Aquelarre de Goya, San Francisco de Asís del Greco o Meditaciones de San Juan Bautista de Hieronimus Van Aeken, El Bosco, de los cuales se expone una selección de treinta y cinco.

Guillaume Bruère es un artista cuyo prolífico trabajo incluye pinturas, dibujos, esculturas y performances, al que se le ha llamado “dibujante extremo”, tal vez en relación al término informático XP (eXtreme Programming). “Presenciar su manera de trabajar en el museo, aprehendiendo la obra de arte por cada uno de sus poros, fue una experiencia verdaderamente conmovedora”, afirma Amparo López. “Se diría que la pintura se apoderaba de su espíritu, poniéndole en un trance en el que esta lo manejase como a una marioneta. Y, en este trance, el artista parece atender el dictado de una conexión energética con la obra pictórica que le es ajena al resto de los mortales.”

Como indica la comisaria, “el trabajo que ha hecho Guillaume —siempre con lápiz, pastel y acuarela sobre papel de 70 × 50 cm—, tanto si la fuente de inspiración era una pintura como si se trataba de una obra de bulto, supone una nueva mirada de la obra en el museo, una síntesis compuesta de líneas de trazo rápido y enfebrecido. Guillaume Bruère nos ofrece una lección de sensibilidad utilizando el museo en su sentido primigenio, es decir, como la casa de las musas que fue; en definitiva, como lugar de inspiración.

El ejercicio de la copia en la pintura es cosa bien conocida. Copiando obras de los grandes maestros aprendieron siempre los discípulos, así como aquellos copiaron a sus antecesores. Antonio Palomino, en el capítulo de su obra Práctica de la pintura dedicado al copiante, recomendaba el estudio de los antiguos pues estos eran capaces de juntar en una sola figura toda la perfección de una especie, es decir, superaban a la propia naturaleza.

Francisco Pacheco nos informa de que Rubens en 1628 copió todas las obras de Tiziano que tenía el rey, obras que curiosamente Felipe IV compraría después en la almoneda del pintor. Velázquez viaja a Italia entre 1629 y 1631 y copia a Tintoretto y a Rafael, entre otros. La copia de los maestros estimula y enseña a los artistas; trabajar sobre la obra de otro artista es un acto de humildad y también un homenaje.

Las pinturas de la Colección Lázaro han servido a este artista para realizar una nueva creación en este caso cargada de su peculiar concepción expresionista de la pintura. Su mirada sobre las obras de la antigüedad se asemeja más a la interpretación de Picasso sobre Las meninas que a la de Velázquez sobre Tintoretto.”

Las obras que se pueden contemplar son una selección del frenético trabajo realizado por el artista en enero de 2018. Los 35 dibujos recorren todas las plantas del museo. En la planta de acceso al museo, la sala 6 alberga seis obras inspiradas en Goya o Jan van Dornicke. Las salas 7, 10, 12 y 13, en la primera planta, dedicadas al arte español de los siglos XV a XIX, acogen los dibujos que reinterpretan obras de la Colección del Museo como El Aquelarre de Goya o San Francisco del Greco. El niño Jesús vencedor de la muerte y el pecado de Lucas Cranach o Meditaciones de San Juan Bautista del Bosco son algunas de las fuentes de las que se nutre Guillaume para crear sus dibujos situados en la planta segunda. Y, por último, en las vitrinas de la tercera, donde se sitúa habitualmente la Colección textil del Museo, se han ubicado las creaciones de este artista en las que abundan interpretaciones de piezas de la Colección de escultura y objetos de artes decorativas que atesoró a lo largo de su vida el coleccionista, empresario, editor y bibliófilo, José Lázaro Galdiano.

Este conjunto de dibujos es también una colección, en tanto en cuanto es producto de la selección de Guillaume. “Una colección de miradas que han conseguido plasmar con escasos trazos la esencia de las pinturas retratadas”, concluye la comisaria de esta muestra que podrá verse hasta el 7 de abril en el Museo Lázaro Galdiano y donde el espectador será partícipe de ese juego entre el arte contemporáneo y el arte clásico.