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Magda Bellotti comisaría: Paralelo 40/41

Hasta el 23 de mayo de 2011.

Lugar: Real Academia de España en Roma

Piazza San Pietro in Montorio 3 153 Roma

Italia

La Real Academia de España en Roma, en colaboración con la galería madrileña Magda Bellotti, presenta la muestra ’Paralelo 40/41’ en la que participan artistas representados por este galería como Ángeles Agrela (Úbeda, Jaén, 1966), Juan del Junco (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1972), Rosell Meseguer (Orihuel, Cartagena, 1976), Paloma Peláez (Zamora, 1958), Antonio Rojas (Tarifa, Cádiz, 1962), Santiago Mayo (Tal, A Coruña, 1965), Alfredo Igualador (Madrid, 1971) y Jorge Cano (Madrid, 1973).

Extracto del texto de Antonio Bellotti

ROMA ESTÁ ESCRITA EN EL AGUA

La Academia de España continúa atrayendo aún a muchos artistas de diferentes ámbitoscome si fuera un imán, como ha pasado durante muchas generaciones. Uno del los objetivos de la exposición Paralelo 40/41 es celebrar los resultados logrados por un grupo selecto de estos artistas. Incluir a todos sería, en efecto, literal y fisicamente imposible. Como ha subrayado el propio director de la Academia «La presentación en la Academia de obras de sus expensionados y exbecarios es siempre motivo de satisfacción. Demuestra que la selección de los candidatos fue rigurosa (sigue siendolo) y que muchos de quienes residieron en esta bella sede como artistas en fase “de despegue” levantaron vuelo y se han convertido en nombres importantes de nuestro arte contemporáneo. La lista sería casi tan larga como la de las sucesivas promociones y en ella figurarían Antonio Rojas, Paloma Peláez, Santiago Mayo y Rosell Meseguer».13 Juntos a los primeros cuatro, el grupo representado en esta exposición incluye otros cuatro: Jorge Cano, Alfredo Igualador, Juan del Junco y Ángeles Agrela. Incluso el observador más despistado no podría pasar por alto la ingegnosa simetría -cuatro más cuatro- de la que deriva el proyecto de esta exposición. Y ya que hay un línea de separación muy clara entre los que han estado y los que [aún] no han estado en Roma, es necesario reflexionar un momento sobre un asunto no sólo profesional sino también personal. ¿Por qué unos han decidido viajar, desarraigarse, sacarse de todo lo que era familiar, protector y reconfortante? ¿Por qué muchos han elegido presentar una solicitud? ¿Acaso unos lo han hecho persistentemente, ya que no aceptaron un NO por respuesta? Y los que han presentado una solicitud ¿qué esperaban sacar precisamente de la experiencia en su conjunto [institución, ciudad, compañeros]? ¿Qué esperanzas tenían? ¿Se trataba de esperanzas de veras realistas? ¿Eran conscientes de que hay un tiempo “correcto” y uno “incorrecto” para mudarse de un paralelo a otro, de una península a otra? ¿Había ideas preconcebidas acerca de lo que uno tenía que esperar o procedían a oscuras, el lienzo blanco, la tabula rasa?¿Las esperanzas se han cumplido? ¿Se han producido sorpresas, incluso decepciones?Si la respuesta es positiva ¿en qué forma, en qué manera? ¿La experiencia ha sido necesariamente provechosa para todos, a pesar del carácter, de la afiliación, de la inclinación, de la edad, incluso del género?¿Ha sido artísticamente útil para todos? Un ejemplo. ¿Un artista que piensa que Roma es la encarnación de la “cultura clásica” y ha decidido conscientemente y adrede de dar la espalda a “todas esas cosas griegas y latinas cubiertas de polvo” tendría que elegir una estancia, pese a esto,en teoría gratificante en el monasterio de San Pietro en Montorio? Lo cierto es que hay tantas causas y tantas variantes como los artistas involucrados. Y habrá siempre un cúmulo de circunstancias personales que pueden dificultar, o más bien reforzar, el deseo de convertirse, por lo menos durante unos meses, en Académico: el dinero, las obligaciones familiares, las experiencias previas, los compromisos de larga data. El viaje nunca se realiza dentro de un espacio vacío. Pero produce un espacio vacío, grato o no, un espacio de no-ser donde antes estaba la persona, el cuerpo. Y los que rodean la persona ahora ausente tienen que llenar el hueco, llenar el vacío. Keats, como muchos otros poetas que vivieron antes y después de él, comprendió muy bien que la muerte no era otra cosa que un corto paseo hasta la tienda de la esquina [pan, leche, fruta]. El problema en sí es la extraordinaria elasticidad del tiempo del regreso.