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Estrany–de la Mota tiene el placer de presentar "El Ritual de la Serpiente"

Estrany–de la Mota Art Advisors

Siguiendo la estela de Warburg con el anterior proyecto Pathosformeln, Estrany-de la Mota Art Advisors tiene el placer de presentar un proyecto work-in-progess del artista José Antonio Hérnandez-Díez (Caracas, 1964), que se desarrollará a lo largo de los meses de abril, mayo y junio. El artista se adentra en el imaginario de su producción artística, alterándolo, reorganizándolo y creando a su vez su propio Atlas Mnemosyne, como hizo en su día Aby Warburg.

En el seno de cada población, la idea de la serpiente se plantea a partir de una concepción dualística de oposición entre el bien y el mal como se observa ya desde la Antigua Grecia y a lo largo de toda la tradición cristiana. Por lo tanto, la serpiente nos resulta, hasta hoy en día, como una figura misteriosa y ambigua, un phármakon, como habrían dicho los griegos, capaz al mismo tiempo de proporcionar vida y de condenar a la muerte.

A lo largo de la historia, la serpiente no solamente se ha asociado a los polos contrapuestos del bien y del mal, sino que en muchas ocasiones se ha destacado su carácter iniciático y su relación con el conocimiento. De hecho, la serpiente que aparece en el episodio bíblico de la Caída (Genesis 3:4-6) induce a Adán y Eva al pecado, pero también les abre la puerta al conocimiento del mundo. En este punto existe una afinidad entre el animal y otro organismo del mundo natural: los hongos. Varios ejemplos certifican la veracidad de esta analogía como, por ejemplo, en los frescos de la capilla de la abadía francesa de Plaincourault, la iglesia de San Miguel de Hildesheim (Alemania), llegando hasta nuestro territorio con las pinturas murales del ábside de la iglesia de Sant Sadurní de Osormort, en la comarca de Osona. En los tres conjuntos religiosos encontramos restos de pinturas románicas que representan la figura de Eva junto al Árbol del Conocimiento, en el momento justo antes de dejarse corromper por el mal. Pero en el árbol de las tres iglesias mencionadas no aparecen manzanas, como marca la tradición popular, sino que éste representa con absoluta y meridiana claridad a una seta moteada, la amanita muscaria . En la muestra, JAHD ha podido traspasar las fronteras del tiempo, reproduciendo en grafitti, la escena del ábside de Sant Sadurní de Osomort.

El consumo de hongos alucinógenos es una práctica ampliamente extendida dentro de diferentes culturas ya que el poder narcótico de las setas se considera un medio de acceso al conocimiento y a mundos superiores. De hecho, en China y Japón, según una antigua tradición, hay un hongo divino considerado fuente de la inmortalidad, mientras que en la India, conforme a cierta escuela, después de comer hongos en su última cena, Buda se sumió inmediatamente en el Nirvana.

Otro ejemplo emblemático lo relata en su día, el vicepresidente de J.P. Morgan & Co. Incorporated y experiodista estadounidense, Robert Gordon Wasson quién, en mayo de 1957, publicó un artículo en la revista Life sobre la ingesta de setas alucinógenas durante los rituales practicados por los indios de la región mexicana de Oaxaca. 

El mismo Wasson presenció personalmente a dos ritos oficiados por la curandera Eva Méndez y hablando del estado alucinatorio provocado por los hongos afirma:

“Las visiones parecían más reales que cualquier objeto visto hasta entonces con los propios ojos. […] Veía los arquetipos, las “ideas platónicas” que fundamentan las imperfectas imágenes de la vida cotidiana” . El viaje de Wasson fue emulado pronto por personalidades públicas de éxito internacional, como los Rolling Stones, Walt Disney y John Lennon4 , quienes contribuyeron a convertir el consumo de hongos “mágicos” en un fenómeno mainstream alejado de sus raíces folclóricas y rituales, filtrándolo por una mirada capitalista y occidental. La multiplicidad de discursos y de intersticios culturales que acabamos de mencionar nos llevan a las obras de JAHD que presentamos en el proyecto. Se trata de unas piezas que siguen el concepto warburgiano de Pathosformeln, unas imágenes aparentemente neutras que, sin embargo, entrañan una dimensión emotiva y gestual que envuelve al espectador convirtiéndole así en un agente directo del discurso artístico.

La figura sinuosa de la Serpiente que se mueve por la sala nos habla del enfrentamiento entre lo venerado y lo demonizado, dos posturas que conviven a lo largo de la historia y que asumen rasgos cambiantes según las distintas miradas culturales. Una historia que se convierte en ciclo, en el eterno retorno nietzscheano, en las Ruedas que mueven los infinitos engranajes del porvenir y del conocimiento humano. Las Setas que brotan del suelo nos transportan a unos mundos metafísicos, a “las ideas platónicas” como diría Wasson, concienciándonos también de una problemática cultural en la que lo ancestral es convertido en un objeto de mercado y en una forma de poder. El mismo poder y marginalización que encontramos en las Tapas de los mandos de televisión, unos objetos que suelen pasar desapercibidos, pero que, en realidad, son partícipes activos de una lógica en donde quienes tienen el mando, obtienen y manejan el poder.

En la muestra cada aspecto se entrelaza y se convierte en un unicum, en un viaje iniciático vehiculado a través de una estética pop en la que cada objeto se convierte en un simulacro más real que la realidad misma, profundizando así el contraste entre unos arquetipos milenarios y su asimilación por la sociedad de consumo. — Míriam Villar, Cecilia Aranyossy. Agradecimientos: Adrien Held, Museu Episcopal de Vic.