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"DURANTE, DESPUÉS" es el nombre de la exposición colectiva que comisaría Sema D'Acosta en Sala Amárica, Vitoria

Sema D'Acosta

Hasta el 25 de agosto de 2019

 

 

DURANTE, DESPUÉS se plantea como un proyecto abierto para pensar sobre la compleja condición de la fotografía hoy. Es, digamos, una exposición sobre investigaciones y combustiones de taller, sobre cómo las ideas se transforman y comunican a través de las imágenes. Las tres autoras seleccionadas, IXONE SÁDABA (Bilbao, 1977), NAIA DEL CASTILLO (Bilbao, 1975) y MIREN DOIZ (Pamplona, 1980), entienden la fotografía de un modo común, dando especial importancia en su trabajo a la práctica reflexiva en el estudio, al reciclaje de ideas o el re-aprovechamiento de materiales. Estamos viviendo un momento de transición hacia un modo nuevo de entender la fotografía que poco tiene que ver con el sentido documental que ha predominado en el siglo XX, un panorama distinto donde se generan, sobre todo, situaciones y procesos experimentales. Precisamente por la capacidad de retroalimentación de la imagen, al mismo tiempo objeto y representación, estas creadoras la usan cuestionando su vertiente narrativa y llevándola a otros terrenos que se entrecruzan con diferentes disciplinas expresivas, desde la escultura y la pintura hasta la performance o la instalación espacial. En correspondencia con el sentido especulativo de la exploración artística, aquí cobran especial relevancia las fases de trabajo más que la exhibición de piezas finales; de alguna manera, se intenta destapar qué caminos recorren cada una de ellas para construir su obra y cuáles son las preocupaciones que les inquietan en ese recorrido.

DURANTE, DESPUÉS pretende reconsiderar algunos planteamientos convencionales sobre el significado de una muestra de arte contemporáneo, asumiendo que la extrema porosidad de la fotografía actual no encaja con ciertos parámetros comúnmente establecidos dentro de una sala de exposiciones; no tanto en el modo de plantear las piezas en el espacio, sino en el de comprender las obras como trabajos conceptuales implicados en un desarrollo creativo-expresivo que supera la simple lógica de los objetos museables. La fotografía puede ser (o no) una pieza acabada, pero su variabilidad incumple cualquier trayectoria previsible, entre otros motivos porque consigue presentarse de infinidad de maneras válidas. Debido además a esta naturaleza mudable, el proceso es casi siempre más interesante que el resultado; ayuda a conocer desde dentro los virajes y dudas del artista, sus hallazgos, su modo de aproximarse a la imagen y trabajar sobre ella. De improviso, nos mete de lleno en su intimidad acercándonos de forma espontánea a sus modos de pensar. Es ahí, exactamente, en ese lugar personal e inaccesible que se genera en el estudio, donde podemos conocer su universo interior. En algunos casos se exhiben dentro de la sala piezas acabadas y cerradas; en otros, actividad todavía sin finalizar, ensayos extraídos del taller que nos descubren la trascendencia de un itinerario que permite modificaciones de manera orgánica. Pretendemos mostrar el haz y el envés del trabajo de cada autora, tanto el escenario como el backstage, dando igual protagonismo -o más- a las etapas previas que a su estado definitivo.

 

TEXTOS AUTORAS:

NAIA DEL CASTILLO (Bilbao, 1975)

El punto de partida de estos trabajos (El lugar de las imágenes, 2019) es una técnica tradicional de costura denominada Nido de abeja. El interés de la artista al poner su mirada en este un tipo de bordado sobre tela fruncida radica en la manera en que la tela, mediante el pliegue y unos puntos de unión en zig-zag, pasa de ser una zona plana a un objeto con volumen en forma de estructuras romboidales y estrías verticales. A Naia del Castillo siempre le ha interesado la piel, el valor de la superficie, da igual que fuese fotografía o escultura. Si observamos su trayectoria, hay un trasvase continuo de lo bidimensional a lo tridimensional, de la imagen a lo corpóreo. Su obra alude a la mutabilidad de los materiales, a la sutileza del cambio en elementos similares.

La consideración de las fotografías aquí es la misma que se le puede dar a un tejido. No sólo es soporte de una representación, sino también parte sustancial de la forma. La imagen no se preocupa sólo por su parte icónica, es tratada como un componente físico con el que definir una configuración. El papel fotográfico se manipula, rasga, atraviesa o solapa al igual que una tela. En estas imágenes se mezclan lo micro y lo macro al ampliar detalles de esa urdimbre, elaborada con una geometría básica de círculos, líneas y diagonales. Del Castillo deconstruye imagen y escultura. Trabaja con la paradoja de nuestra actual cultura visual que parece sustentarse en lo inmaterial. Sin embargo, estas obras nos recuerdan su corporalidad. Comprendamos el cuerpo como el Lugar de las imágenes, concepto de Hans Belting y título dado a la serie. 

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IXONE SÁDABA (Bilbao, 1977)

La imagen le sirve a Ixone Sádaba para explorar determinadas problemáticas vinculadas a los límites del individuo y el carácter violento de la naturaleza humana en situaciones extremas. En los últimos años, esas investigaciones le han llevado a zonas de conflicto de países como Afganistán o Palestina y, especialmente, al Kurdistán iraquí, donde ha desarrollado varios proyectos. Para la artista, la fotografía no es un simple testimonio documental; se configura más bien como un campo de batalla donde se confrontan diferentes posiciones, algunas antagónicas. Aquí, lo estético-visual funciona casi como un reclamo atractivo; es una especie de señuelo que nos permite adentrarnos en la obra, entrar en ella. Bajo esa cuidada formalización siempre subyace un contenido denso, nunca neutro, que revela situaciones silenciadas de índole político y social.

La representación es para Sádaba una construcción de asuntos observados o experimentados, una actitud donde se priorizan ante todo los conceptos y posibilita el cuestionamiento de los aspectos más convencionales relacionados con la mirada. Su trabajo se coloca por encima de aquello que pretende definir una imagen como algo estrictamente ceñido a la literalidad. En su caso, debe entenderse como un lenguaje moldeable cuyo valor como huella y noción mutable va siempre más allá de cualquier interpretación que considera la realidad sólo desde la superficie. El acercamiento a otras culturas parte siempre del entendimiento, un encuentro donde acumula vestigios con una importante carga simbólica, da igual si son fotografías u objetos cualesquiera impregnados de memoria.

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MIREN DOIZ (Pamplona, 1980)

La forma dada (2019) son imágenes y al mismo tiempo objetos que se expanden por el espacio. Sobre la superficie, se han reciclado trozos de la gran lona que cubría la entrada de la galería Moisés Pérez de Albéniz en su primera individual en este espacio de Madrid durante 2016. Esa gran fotografía era una captura hecha con el móvil mientras limpiaba los pinceles en el lavabo, la pintura se iba por el sumidero dejando así un sugerente rastro de color. Las formas de madera que configuran cada pieza son los restos de DM de las obras presentadas a los premios Alhambra en 2017, retales que han cobrado ahora una nueva vida y pueden combinarse entre ellos.

Entender el trabajo artístico como una continua investigación es quizás el leit-motiv de la obra de Miren Doiz, que usa su estudio como un laboratorio donde explorar los límites de dos lenguajes aparentemente antagónicos como la pintura y la fotografía. Su objetivo es huir de definiciones y explorar las posibilidades de ambos medios, rastreando vasos comunicantes y espacios solapados donde generar situaciones inéditas que anteponen siempre el hacer a la teoría. En este caso, los resultados poseen un gran componente escultórico e instalativo. La imagen hoy funciona como una sustancia extravertida que posibilita este tipo de mutaciones, una metamorfosis que se agudiza por su capacidad constante de retroalimentación.