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"Cemento nervioso" es el título de la tercera exposición de Luis Gordillo en Galería Aural

LUIS GORDILLO | CEMENTO NERVIOSO 27.10.2018 > 12.01.2019
Inauguración, sábado 27 de Octubre | 20 h.

27.10.2018 > 12.01.2019

Galería Aural. Labradores,17 03002 Alicante. 

Cemento nervioso es el título de la tercera exposición que el artista realiza en Galería Aural. Esta exposición se presenta de forma simultánea a la individual que Luis Gordillo realiza en el MACA (Museo de Arte Contemporáneo de Alicante) bajo el título “Fotoalimentación”. Mientras el museo muestra su producción desde la exploración fotográfica de los 70, en la galería presenta obra de reciente producción.

 

Luis Gordillo es un artista esencial para entender la pintura contemporánea. Es el artista que mejor representa la contemporaneidad pictórica y se ajusta a la genuina imagen del pintor contemporáneo por su permanentemente carácter renovador del lenguaje pictórico, por su afán experimental e investigador o el cambio de registros en su producción. Gordillo dice someterse permanentemente a la división de dos elementos, lo racional y lo sentimental, lo cual da lugar a una fructífera dualidad existencial. “Una doble cualidad introspectiva y perceptiva que le hacen ser un ejemplo único, pues nada de lo que en su pintura sucede queda fuera de su control y, sin embargo, todo en ella es, a la vez, un depósito inquietante y subjetivo”, comenta Fernando Sinaga. A la configuración de una estética propia y de espíritu enérgico, eléctrico, irónico, cómico y libre le acompaña, de manera paralela, su interés por plantear nuevos discursos desde el conocimiento e interés por el psicoanálisis.
La obra de Gordillo surge de la búsqueda obsesiva y desesperada de la espontaneidad, donde se encuentra la incesante dialéctica de descomposición fecunda y de una producción que jamás encuentra reposo ni resultado final. Quedan en la obra fijados desarrollos como correcciones, cambio de planes durante el proceso, que dejan ver una forma de meditar visualmente. La superposición y concepción topográfica del espacio, registro de trazos, recortes y gestos, crean campos de tensión y distensión que dan lugar a lo que Gordillo llama “equilibrios de las tensiones de profundidad”. Son como geometrías epidérmicas, en una estrategia de cuadros dentro de cuadros rompiendo la jerarquía de valores de lo real. Los espacios de Gordillo vibran ópticamente de alguna manera por los colores disonantes, por los ritmos obsesivos y repetitivos. Para él lo principal es “forzar la estructura lingüística de la pintura hasta el límite”. El encuentro con los nuevos medios de la imagen es para Gordillo clave para una renovación de la pintura y esto lo podemos apreciar en los diferentes dípticos expuesto en la galería. En ellos la estructura formal de repetición se constituye en un sistema como de fragmentos o casillas iguales que sirven para enunciar distintos estados emocionales y que, ocupadas por el trazo del pintor de forma independiente, revelan los procedimientos del dibujo automático. Se trata de lo que Fernando Sinaga anunciaba ya en 2008 como “imágenes hipnóticas de una ornamentalidad biomórfica. Son geometrías contradictorias que ayudan tanto a cohesionar ciertos estados mentales disgregados como a dividir cualquier materialidad hasta hacerla germinal y corpuscular”. No hay conclusión final pues son obras sometidas al régimen de ruido óptico que voluntariamente su autor imprime.
Gordillo trabaja la pintura con multitud de dimensiones donde hacer resbalar la vida. La variedad de planos, niveles, estratos y sedimentos conforman una nueva fórmula para establecer relaciones entre diferentes niveles sensibles de lo vital, las diferentes versiones de la experiencia sensible dando lugar al sentido estético. Sus obras conjugan excepcionalmente pretérito y presente. Hay que avanzar con suficiente rapidez, no puede dejar escapar el fantasma antes de capturarlo y sintetizarlo, es el deseo ardiente por apropiarse de todos los medios de expresión para que las vacilaciones de la mano jamás alteren las órdenes del espíritu; para que por fin la ejecución ideal se vuelva inconsciente y fluida.
Afirma Gordillo que es tiempo, el de la pintura, para ver las cosas hasta perderlas de vista e incluso para adentrarnos en el placer del extravío. Dice que le gustaría ver su pintura como un mapa, relacionando su pintura con la sensación meándrica, con el extenderse como un fluido formando una cuenca hidráulica, un dibujo. El dibujo es pues como una imagen escrita en su cerebro, como diría Baudelaire. El artista aloja en la obra su propia autobiografía. En definitiva, un lenguaje propio, rico y complejo, donde plasma sus obsesiones e incertidumbres repetidamente, a modo de cartografía mental.