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Ultimos días de "Intuición" en Elba Benítez

Galería Elba Benítez

Clausura de la exposición de Carlos Bunga

20 de abril a las 19:00

 

En su obra tardía La Pensé et le Mouvant (1934), el filósofo Henri Bergson se refiere en un momento dado al color naranja. Bergson señala que el conocimiento racional de ese color nos dice (no equivocadamente) que es una mezcla o un compuesto de los colores rojo y amarillo. Pero, añade, incluso aunque no dispusiéramos de esa información, aunque no hubiéramos visto jamás el rojo y el amarillo por separado, seríamos capaces de adivinar la relación del naranja con sus vecinos en el continuo cromático. Este proceso es el que el filósofo denomina intuición filosófica, una especie de salto no analítico que trasciende los límites de la estricta racionalidad e información. Para Bergson, las implicaciones van más allá de la carta de color: cuando es empleada con éxito, este tipo de intuición nos permite acceder a una infinidad de esquivas continuidades que nos rodean y de las que también formamos parte: en otras palabras, a la “eternidad de la vida”. El naranja. Ni más ni menos.

En Intuición, la presente exposición, de Carlos Bunga para la Galería Elba Benítez, titulada así en referencia parcial a Bergson, el artista explora temas parecidos, en particular la delicada relación, a menudo problemática pero potencialmente enriquecedora, entre la percepción intuitiva y el análisis racional. La exposición consiste en una serie de nuevas obras, todas ellas concebidas específicamente para los espacios de la galería. Como es característico en la práctica de Bunga, gran parte del poder de las obras reside en su uso del color, entre los que se encuentra el naranja azafrán, así como en la presencia táctil de los materiales povera que le son frecuentes, como el cartón, la cinta de embalar y la pintura industrial. También es crucial, en consonancia con sus métodos de trabajo habituales, la interacción entre los objetos y los elementos arquitectónicos de la galería, con trabajos creados in situ y en algunos casos incrustados o pintados sobre los suelos y paredes de la galería. Sin embargo, a pesar de que el artista mantiene aquí sus métodos y materiales característicos, en Intuición el acento cambia ligeramente y así se orquestan los campos visuales y espaciales provenientes de los objetos mismos, generando experiencias permeables e inmersivas. En otras palabras, las obras no solo son visibles sino también practicables, en ocasiones de un modo literal y táctil (como en la obra del suelo que es la pieza principal de la exposición, que se puede pisar y atravesar) así como en niveles menos tangibles pero no por ello menos reales: reflejos, texturas y sonidos ambiente que atraviesan las salas de la galería.

Intuición, por todo ello, aborda la intuición en dos sentidos. Por un lado, las obras creadas para el espacio implican, inevitablemente, cierto nivel de improvisación y en consecuencia una forma elemental y convencional de “intuición” creativa, una forma de trabajar que Bunga ha demostrado dominar a la maestría. Al mismo tiempo, los espectadores experimentan las obras a través de su propia “intuición bergsoniana”, simultáneamente como objetos individuales y como parte de un continuo más amplio que incluye, dada la naturaleza efímera de las obras, el continuo temporal, el más constante y sin embargo más esquivo de todos ellos. Naranja. Ni más ni menos.

 

George Stolz