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Tres propuestas de ADN Plataform se inauguran el 30 de Junio

ADN Plataform

Del 30 de Junio al 17 de Noviembre.

- Daniel G. Andújar | "Democraticemos la democracia"

- Domènec | BKF Cinegética y Modernidad

- Jaume Ferrete Vázquez | Poder el separarse | Comisariada por Jordi Vernis 

"Democraticemos la democracia" de Daniel G. Andújar

Las obras de Daniel García Andújar (Almoradí, 1966) proponen un acercamiento crítico a temas de rabiosa actualidad. A través de la investigación y la acción el artista y activista cuestiona las estrategias comunicativas actuales. Andújar hace uso de metodologías subversivas y tácticas apropiacionistas con el fin de dejar en evidencia aquellos mecanismos opresores que nos rodean.

En el espacio público se desarrolla la comunicación, y consecuentemente se diseña la estructura social; ahí se encuentra no sólo en un territorio físico (las ciudades) sino también, y cada vez más, en uno viral (la red). Los medios digitales, que en su momento se presentaron como democratizadores y equitativos, son los que Andújar analiza desde una óptica escéptica descubriendo que generalmente han sido usados de forma estratégica por las grandes corporaciones. Asumiendo también el papel de teórico, el artista busca dar visibilidad a las desigualdades que generan las relaciones sociales que implican un sistema de poder que beneficia a pocos y oprime a la mayoría. Esta mayoría, que es el público al que apela, deja de ser para Andújar un mero espectador para convertirse, mediante la colaboración y la inclusión, en un elemento esencial de sus obras. La ironía y el humor juegan también un papel importante favoreciendo la empatía y conexión con sus propuestas. De este modo, la audiencia se siente integrada en sus acciones y se convierte en transmisora y creadora de nueva información. Andújar se propone recuperar así, aquellas promesas de la tecnología de pluralismo, tolerancia e integridad para usarlas a favor del amplio sector de la sociedad que se ha visto manipulado por ellas. El artista no pretende, en ningún caso, hablar en nombre de nadie, sino debatir estas herramientas, espacios y formatos de articulación a través de la creación de un discurso cultural alternativo. 

Desde este posicionamiento Andújar se niega a aceptar una premisa en la que las tecnologías y los medios de comunicación elaboran un relato social y económico en el que tenemos poco que decir. Para ello, propone participar de estos mecanismos a través de una propuesta teórica, estética y colaborativa. Así pues, el trabajo de Daniel G. Andújar aborda siempre de forma conjunta los dos espacios públicos sobre los que trabaja, aquel físico que es el territorio y el virtual que es internet, entendiendo ambos como escenarios políticos que deben funcionar desde la participación ciudadana. Es por esto que el término net.artist, a pesar de ser adecuado, está lejos de poder abarcar toda la propuesta de Andújar. En relación a ésto, en 1996 Andújar creó Technologies To The People (TTTP) con el objetivo de evidenciar la realidad que empezaba a imponerse con la popularización de internet. TTTP se presentaba como una empresa virtual creada con el objetivo de acercar las nuevas tecnologías a los desfavorecidos. Una especie de corporación que imitaba el lenguaje persuasivo y las estrategias de marketing propio de las compañías comerciales del mundo digital. Esta pseudoempresa, creada en el momento del boom de internet, ponía de manifiesto los propósitos de honestidad cuestionable de las corporaciones que se adueñaban de un espacio que se había presentado como transparente, libre de censura y al alcance de todos. Siguiendo de cerca estas premisas, Andújar presenta en ADN Platform un proyecto que se ha visto materializado en diversas acciones alrededor del mundo. Bajo el contundente lema de “Democraticemos la democracia”, Andújar insiste en la idea de que el espacio público nos pertenece a todos y por ello debe ser continuamente conquistado. Propone así un ejercicio de interacción y manejo al alcance de los participantes desde el detournement y el “Hack the system”. Los inicios de esta iniciativa se remontan al 1 de mayo de 2011 en una acción llamada “A vuelo de pájaro”. Coincidiendo con el día Internacional del trabajo, Andújar lanzó el impactante mensaje y lo paseó por toda la costa desde Murcia hasta Alicante. Dos semanas después, estallaba el movimiento del 15 M en Madrid que en pocos días se asentaría también en Barcelona, donde Andújar participó de forma activa. El 22 de mayo del mismo año, la pancarta que rezaba “Democraticemos la democracia” sobre el estridente fondo amarillo volvió a aparecer. Esta vez sobrevolaba la costa de Barcelona durante el periodo de las elecciones municipales coincidiendo con las numerosas manifestaciones que tuvieron lugar aquellos días. Por esas fechas se iniciaba un periodo crucial en la historia de España (y de Occidente en general) debido al estallido de la crisis bancaria, de la burbuja inmobiliaria y del desempleo. Andújar planteaba así la cuestión de democratizar la democracia tomando como punto de referencia las costas alicantina y barcelonesa, ambas paradigma de la inflación, la corrupción y el tráfico de influencias. Todo ello con la intención de alertarnos de la necesidad de reivindicar, y de reconquistar, esta geografía, este espacio (físico y social), que nos había sido usurpado. Siguiendo la lógica colaborativa que conforma toda su propuesta, Ándújar invitaba a los observadores del “anuncio” a participar de su difusión y, por lo tanto, a añadirle significado. 

A través de su página web, el artista alicantino animaba a la participación mediante la documentación del vuelo. Se podían enviar grabaciones, fotografías y audios que aportasen nueva información completando, de este modo, la propuesta al construir un fondo documental del vuelo de la pancarta. Se hacía patente una vez más que, en el panorama visual sobresaturado en el que estamos inmersos, pueden crearse nuevas propuestas que modifiquen las relaciones con nuestro imaginario cultural. En un mundo en el que se generan y consumen contenidos a una velocidad vertiginosa, Andújar nos incitaba a recuperarlos, modificarlos y compartirlos con la rapidez que nos facilitan las nuevas tecnologías. A usarlas, esta vez, en favor de la igualdad y la democracia. Este proyecto que se presenta en ADN Platform bajo el lema de “Democraticemos la democracia” , se ha dado a conocer en distintas exposiciones y bajo distintas formas (pegatinas, carteles, grafitis o instalaciones) localizadas siempre en territorios o lugares significativos como el Ministerio de Defensa de Belgrado (bombardeado por la Otan en 1999); el refugio nuclear de Tito (en Bosnia Herzegovina); la planta industrial y zona residencial de Urlamash (Ekaterimburgo) y un campo de refugiados del Sáhara occidental (como parte del festival de ARTifariti) entre otros. Esta muestra en ADN Platform es la primera, no obstante, en la que se reúnen y presentan las distintas acciones y propuestas de forma conjunta y retrospectiva. Sin duda, el proyecto de Andújar sigue vivo y seguirá estándolo mientras los cimientos de nuestra democracia corran peligro de resquebrajarse. Con esta muestra quiere dar continuidad a la acción y a las diferentes facetas desde la que se ha manifestado hasta ahora. Se hace patente el uso que Andújar hace del arte como herramienta para proponer posibilidades reales de cambio y evidenciar que todos podemos participar de este. Ya sea en forma de bandera, pancarta, pegatina o grafiti, el enunciado “Democraticemos la democracia”, eje principal sobre el que gira el pensamiento de Andújar, sigue expandiendo e incitando a todo el que se tropieza con él a desafiar las estructuras hegemónicas de un sistema que todavía está lejos de ser democrático en un sentido pleno. 

La propuesta de Daniel G. Andújar se desarrolla entorno a las cuestiones de la democracia y la desigualdad en la sociedad de la información. Mediante la ironía cuestiona cómo el uso de las nuevas tecnologías nos afecta transformando nuestra experiencia cotidiana. Sus trabajos evidencian la necesidad de establecer criterios que permitan seleccionar, ordenar e interpretar los incontables datos que se encuentran en una red que, a diferencia de lo que promete, tiene poco de transparente y accesible. Entre sus trabajos es importante destacar la iniciativa Technologies To The People (TTTP), un proyecto que inicia en 1996 y que investiga las infrastructuras materiales e inmateriales de nuestra sociedad con respecto a la democracia, la política, la economía, la cultura y el conocimiento. Su obra se ha presentado en múltiples museos e instituciones culturales entre las que destacan la 53ª Bienal de Venecia, el Total Museum of Contemporary Art de Seúl, el DOX Center for Contemporary Art Praga, la Künsterhaus de Dortmund, el Ärthus Kunstbygning o el Württembergischer Kunstverein de Stuttgart. Uno de sus trabajos más recientes, "Los Desastres de la Guerra. Caballo de Troya", se expuso en la DOCUMENTA14 de Atenas y Kassel (2017) y en el Centro del Carmen de Valencia (2018). Actualmente puede verse en la Fundación Suñol en Barcelona. En 2015 tuvo lugar la exposición “Sistema Operativo” en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, que reunía sus proyectos más recientes, junto a trabajos anteriores nunca presentados antes en España. 


 "BKF - cinegética y modernidad" de Domènec

La Revolución Industrial supuso uno de los procesos de mayor cambio social y político de la historia. Este fenómeno tecnológico iniciado a finales del siglo XVIII en Europa y América comportó la transformación del paradigma económico que afectaría a toda la estructura social. A partir de entonces, el grueso de la población, hasta el momento dedicado a la agricultura y establecido en el ámbito rural, se reestructuraría para dar respuesta a las necesidades de tal mecanización asentándose en las ciudades. A finales del siglo XIX las urbes se habían visto sometidas a un crecimiento demográfico sin parangón debido a la gran demanda de trabajadores, dando lugar al nacimiento de una nueva clase social, el proletariado. Los obreros, el estrato social más oprimido pero también el más numeroso, se habían convertido en una pieza esencial de este nuevo modelo económico y social que necesitaba adaptarse a tal transformación. Surgieron, en consecuencia, nuevas formas de pensamiento que intentarían dar solución a la precariedad de este sector y buscarían mejorar la calidad de vida del conjunto de la sociedad. En este contexto, pensadores y políticos empiezan a plantearse las bases de una estructura capaz de satisfacer estas necesidades no solo a nivel teórico, sino también práctico. De aquí surgen y se fortalecen las teorías socialistas que abogan por un sistema basado en el trabajo colectivo y colaborativo. Este cambio ontológico que conducirá al proyecto moderno de sociedad se verá plasmado en las nuevas propuestas artísticas. Lo que en la pintura y escultura buscará ser una ruptura continua con la tradición, siempre a la caza de nuevos paradigmas, en la arquitectura mantendrá como prioridad esa voluntad de adaptarse a las necesidades humanas para satisfacerlas en la medida de lo posible. 

De este modo, los nuevos arquitectos relegarán a un segundo plano las propuestas decorativas para entregarse a las bases de su disciplina atacando el fin específico de ésta. La arquitectura como arte, que por lo general se había limitado hasta entonces a proyectar edificios litúrgicos y grandes palacios o villas, entrará ahora a jugar un papel decisivo en la construcción de estructuras que se adapten a sus habitantes. Los espacios habitables, y la eficacia de su distribución, serán asuntos de máxima prioridad. Emerge así una propuesta racionalista, liderada por el estadounidense Frak Lloyd Wright y seguida por otros arquitectos ejemplares como Walter Gropius y Le Corbusier. Un proyecto que aboga por la sencillez de formas y la austeridad de materiales con la finalidad de adaptarse a las necesidades humanas del “nuevo grupo social” y contribuir a una convivencia más confortable. No obstante, y a pesar de estar fundamentada sobre una sólida teoría, esta nueva forma de producción arquitectónica de carácter utópico se verá pronto sometida a los designios de un implacable neoliberalismo que se apropiará de sus estructuras en beneficio propio. Con su trabajo, Domènec (Mataró, 1962) recupera estos proyectos de la Modernidad - edificios, objetos de diseño y monumentos - para entender sus orígenes, funciones (y disfunciones) y evaluar su repercusión en el ecosistema actual. Domènec nos descubre así las paradojas y grietas de estas propuestas idealistas frustradas. Obras que se encuentran en su actual exposición en el MACBA (Ni aquí ni en ningún lugar) presentan ejemplos como La Casa Bloc (viviendas construidas entre 1932 y 1936 que se encuentra en Sant Andreu, Barcelona) o el complejo Narkomfin (conjunto de viviendas construidas en el distrito central de Moscú, paradigma de esta arquitectura constructivista basada en un diseño comunal y colaborativo). Todos ellos edificios proyectados con el fin de contribuir a un desarrollo comunitario autosuficiente que terminarían convirtiéndose en un cuartel militar, el primero, o viviendas de lujo, el segundo, para los miembros del gobierno viendo su designio original fallido. A partir de este conjunto de fotografías, maquetas, instalaciones site specific y estructuras/esculturas, Domènec constata la denominada crisis de la Modernidad. Con la intención de recuperar estos utópicos proyectos fallidos, los revisita desde un posicionamiento crítico, para darles visibilidad y descubrir qué queda de su propósito original en la actualidad. Con todo ello el artista reflexiona sobre las cuestiones de lo público y lo social; de la gestión de la memoria; y de los mecanismos políticos de la historia. Para su exposición en ADN Platform, Domènec rescata otro producto de la Modernidad materializado, en este caso, en el diseño. Se trata de la icónica silla BKF, una propuesta estética y a la vez funcional, también denominada “Butterfly” por su semejanza morfológica con el insecto. El prototipo consiste en dos piezas tubulares simétricas soldadas y cubiertas por una pieza de cuero. Un diseño simple y lineal que evoca también lo natural en sus formas curvas y sinuosas que remiten a lo biomorfico. Un objeto que adquiere un valor casi escultórico e incluso arquitectónico sin dejar de cumplir su principal función, la del asiento. 

La historia de la silla no es baladí. Creada entre 1938 y 1939, la BKF (siglas de las iniciales de sus creadores) fue ideada por el exiliado catalán Antoni Bonet Castellana y los argentinos Juan Kurchan y Jorge Ferrari-Hardoy, tres arquitectos que pertenecieron al estudio de Le Corbusier y que posteriormente, formaron el grupo Austral (1938- 1941). De los tres, destaca especialmente la figura de Antoni Bonet, formado en el contexto barcelonés del GATCPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos Catalanes para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea) y del ADLAN (Amigos del Arte Nuevo). El racionalismo arquitectónico contrapuesto a la poética surrealista en el marco de la República fue el campo perfecto para el desarrollo del grupo y de las ideas que de éste surgieron, entre las cuales consta esta peculiar silla. Fue en la revista editada por mismo grupo, también llamada Austral, dónde apareció ésta ingeniosa propuesta del diseñó por primera vez. La BKF pronto se convirtió en uno de los diseños más famosos de la historia participando en numerosas exposiciones en todo el mundo (París, Tokio, Munich, Londres, Chicago…). En 1944, Edgar Kaufmann, que por aquel entonces era director de la colección de Diseño Industrial del MoMA, adquirió un ejemplar para los fondos del Museo y dos más para el interior de la “Casa de la Cascada” (Frak Lloyd Wright), ejemplo por antonomasia de la arquitectura moderna. Desde 2014, además, la BFK forma parte de la colección del Museu del Disseny de Barcelona. Así pues, la propuesta del grupo Austral, en perfecta sintonía con los movimientos vanguardistas europeos en conjugar función y estética, pasaría a formar parte de la historia. Como es habitual en los procesos de Domènec, en esta exposición inédita, el artista retoma el icónico diseño desde un nuevo punto de vista. De este modo, las dos sillas BKF aparecen desprovistas de su revestimiento original, la pieza de cuero que las cubre y que permite que nos sentemos en ellas. Su función primigenia queda así anulada y ahora las estructuras se muestran dispuestas para nuevos usos. Vemos una alternativa de uso en la fotografía del dictador Francisco Franco que aparece junto a las sillas. El dictador se muestra en la instantánea acompañado de sendos armazones que usa como punto de apoyo para exhibir los trofeos de la caza: unas cabezas de ciervo cuyas barrocas cornamentas se contraponen a las suaves y sintéticas líneas de los esqueletos de las BKF. Ortega y Gasset decía de la caza, también denominada actividad cinegética, que consistía en todo aquello que se hace antes y después de la muerte del animal, siendo la muerte imprescindible en este proceso. Puede establecerse aquí una cierta analogía con la evolución del proceso moderno, que se vio acosado continuamente hasta su supresión. Así, la instalación provoca en quien la contempla una especie de desconcierto derivado del choque entre un objeto fruto de unos ideales sociales muy concretos (el progreso, la mejora de calidad de vida y el desarrollo de una comunidad equitativa) desplazados ahora, a la sombra del dictador, hacia unas normativas conservadoras y hasta retrógradas. 

Lo que nació en el seno de unas instancias que apostaban por una sociedad más igualitaria, se ve convertido en un producto de consumo para las élites que se apropiaron del proyecto moderno sin entender su esencia y operaron con fuerza para desvirtuarlo. La que fue una utopía progresista quedó a la merced de un reducido grupo social que negó su función original. Al recuperar estos proyectos, Domènec recupera su propósito original y nos propone retomar aquel espíritu idealista, para proponer alternativas más igualitarias adaptándolas a los tiempos actuales y venideros.

 En sus trabajos Domènec (Mataró, 1962) despliega una investigación y ensayo crítico enfocado en la puesta en crisis de la Modernidad y en la constatación de los fracasos del movimiento Moderno. Sus obras se articulan fundamentalmente en torno a cuestiones como la distancia entre la utopía y la realidad social; la especulación sobre la dimensión pública de la arquitectura y los preceptos ideológicos que la determinan; los mecanismos históricos y la inferencia que han tenido y tienen en la sociedad; o la memoria y el olvido. La propuesta de Domènec - fotografías, instalaciones, esculturas e intervenciones en el espacio público - toma el proyecto arquitectónico como una de las construcciones imaginarias más complejas de la Modernidad. El artista ha participado en numerosas exposiciones y proyectos site-specific en países como Irlanda, México, Bélgica, Francia, Italia, Estados Unidos, Canadá, Israel, Palestina, Brasil, Eslovenia, Finlandia, Argentina y Japón. Sus videos se han proyectado en importantes centros como el New Museum of Contemporary Art y en el Storefront for Art and Architecture, Nueva York; así como en el Hammer Museum, Los Ángeles. Domènec es, además, co-editor de Roulotte, una revista dedicada al arte, la arquitectura y el espacio público, y fue miembro de la junta directiva de Can Xalant, Centre de Creació i Pensament Contemporani de Mataró (2005-2012). Sus exposiciones individuales más recientes han tenido lugar en relevantes instituciones y espacios como el MACBA y el Pavellón Mies Van der Rohe, Barcelona (ambas en curso actualmente); y en el MUSAC de León, entre muchas otras.


 "Poder el separarse" de Jaume Ferrete Vázquez

La prosodia reúne aquellos elementos de expresión oral que constituyen la parte más física, incluso plástica, del habla. Nos referimos al acento, a los tonos, a la inflexión, pero también a la velocidad, al ritmo, a aquellas propiedades que aparecen en lo gestual. Entender la voz como gesto es uno de los principales objetivos de Poder el separarse, la exposición que presenta Jaume Ferrete Vázquez (Mollet del Vallès, 1980) en ADN Platform bajo el comisariado de Jordi Vernis. Lo sordo y las lenguas de señas forman un ámbito privilegiado para asomarse a esa unión entre voz y gesto, especialmente para reflexionar entorno a lo que conocemos como políticas o ideologías de la voz, concepto acuñado por la antropóloga Amanda Weidman. En ese sentido nace Voz sorda, proyecto que Ferrete Vázquez inicia en 2015 en Ciudad de México en base a un archivo-performance de chistes en Lengua de señas que luego ampliaría en 2016 en Tabakalera (Donosti). Chiste raro (2016) –vídeo en exposición perteneciente a ese archivo- nos muestra a una intérprete de chistes sobre sordos en LSE, acompañada de una voz en off que en vez de traducir el significado de los movimientos y la posición de sus manos, se limita a describirlos. La intérprete nos sumerge en muchas de las dudas que aparecen al concebir la voz como un elemento más de la biomecánica. Por ejemplo, si es equiparable la falta en la dicción con un gesto forzado; o qué parte de la ejecución del chiste se debe a lo protocolariamente necesario para articular su significado mediante los gestos específicos de la cultura sorda, o a la propia expresividad de la performer. En definitiva, pone en el centro una cuestión estrechamente relacionada con la puesta en escena: ¿Dónde queda la praxis interpretativa? 

Pensar la voz como una puesta en escena es una de las consecuencias de una voz que toma cuerpo. Jaume Ferrete Vázquez plantea en todas sus obras si es posible que la voz tenga un cuerpo. Y más aún: si es posible, en caso afirmativo, reseguir su historia. Lo vemos en No hay peor sordo (2018), artículo que el artista escribe a raíz de un comentario a la caricatura del dibujante mejicano Rocha, donde vemos representada a la Comandanta Esther en el Congreso de Méjico, en 2001. Fue la primera vez que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional tuvo voz en el parlamento de la Unión. Ferrete Vázquez parte de ese suceso para exponer de qué modo la voz, tomada como elemento invisible e inmaterial, ha tenido preeminencia como condición de humanidad y metáfora de participación política. La oralidad es la manifestación más adecuada de todos los estereotipos occidentales sobre lo racional en tanto que voz de la conciencia. A partir de ahí es tarea del del artista buscar alternativas a una visión abstracta y excluyente de la voz como esa, que es capaz de crear mecanismos que deciden quién tiene voz y quién no (en todos los sentidos). No hay peor sordo, pero, es un texto que no contiene signos de puntuación: transcribe el discurso de Jaume Ferrete ayudándose de los signos │ o ││, que usan muchos grupos académicos de lingüística para transcribir conferencias. Así señalan la duración de las pausas entre oraciones. El texto se hace voz y pone de relieve la importancia del ritmo, la velocidad, aludiendo a esa oralidad que aquí se hace material, no etérea. Este recurso, además, se enriquece con el tipo de presentación en sala que Jaume ha preparado del texto: un sitio web donde se reproduce el artículo mediante palabras y signos en movimiento. Las pausas, el ritmo, la fonética y toda la prosodia en general deben su existencia a otro elemento biomecánico: la respiración. Éste es protagonista en el audio Poder el separarse (2018), un dúo de voces sintéticas hecho a partir de citas del psiquiatra Francesc Tosquelles Llauradó (1912-1944). La pieza reproduce la primera frase de una transcripción del documental sobre Tosquelles “Une politique de la folie”(1989). Una oración que acaba con un error extraño que da título a la obra y a esta exposición: "Hay que vivir con los enfermos. Pero no es por quedarse en el hospital psiquiátrico día y noche, por lo que se vive con los enfermos. Yo vivo todo el tiempo con ellos, los habito, me habitan. Mis primeros enfermos están todavía vivos en mí. El mejor modo de vivir con ellos, es, posiblemente: Poder el separarse." Mientras la voz sintética pronuncia esas palabras, oímos otro registro que marca una respiración fría y rígida, inexpresiva como la voz a la que acompaña. Ese conflicto entre expresividad e inexpresividad, naturalidad y hieratismo, atraviesa todas las obras y también la mesa de documentación que concluye la exposición tratando el VODER. El Voice Operating Demonstrator fue el primer intento de sintetizar electrónicamente el habla humana descomponiéndola en sus componentes acústicos. Fue inventado por Homer Dudley en 1937-1938, y principalmente utilizado en las comunicaciones de voz para la seguridad y para ahorrar ancho de banda.

El VODER necesitaba, pero, de una gran estructura para poder crear sonidos básicos y modularlos para imitar el habla humana. Una máquina compleja que una operadora tardaba mucho tiempo en aprender a dominar, y cuyo manejo estaba extremadamente protocolarizado en un manual de instrucciones al que Ferrete Váquez ha tenido acceso en sus investigaciones con los “Bell Labs”, y que muestra aquí para ver hasta qué punto los elementos de disciplina biomecánica se imponían a las usuarias del VODER a nivel de postura y movimiento. El reclamo de una ausencia de expresividad impuesta a la voz resultante del VODER coincidía con la rigidez que se le imponía a la operadora en su posición física. Una ausencia de praxis interpretativa tanto vocal como gestual. Precisamente las ideologías de la voz serían, en resumen, aquellas Ideas que señalan, valoran y ordenan las maneras de hacer voz, así como sus contextos y medios de producción, distribución y recepción. Ideas en torno a la voz que circulan a través nuestro, y que lo activan o desactivan social y culturalmente. Ideas que determinan, pues, la carga de valor y funciones de una determinada inflexión o acento; de una tecnología, una distribución espacial, un volumen, un tono o una discapacidad.

Jaume Ferreté Vázquez nació en Mollet del Vallés en 1980. Vive y trabaja entre Barcelona y Ciudad de México. Trabaja con la noción de políticas o ideologías de la voz, mediante conciertos, performances, conversaciones, trabajos sonoros, sesiones de escucha o sitios web. Ha trabajado con espacios y proyectos como el Mercat de les Flors, el MACBA, el Antic Teatre, el Festival LEM y Bar Project en Barcelona. También en Matadero, la Casa Encendida, el CA2M o el Vaciador en Madrid. Ha participado en el Festival SOS de Murcia, en Secession en Viena, TEOR/éTica en San José, District Berlín y, en la Ciudad de México, en Casa Vecina, PUEG y MUAC de la UNAM, Teoetongo y Aeromoto entre muchos otros. Ha recibido premios, becas y residencias como el OSIC, Casa Vecina, Sala d’Art Jove, el Premi Miquel Casablancas, la Capella, Vessel Art Projects, Matadero o AMEXCID. Desde 2008 co-corrdina el proyecto de pedagogía sonora Sons de Barcelona, iniciado por el Grupo de Tecnología Musical de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.