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Ricardo Recuero comisaría la exposición de Jean Carlos Puerto

Ricardo Recuero

Artsita: Jean Carlos Puerto
Título: Home Movies: Family Tree
Fechas: Del 19.11.20 al 03.01.21
Lugar: Centro Párraga - Sala de Máquinas (Murcia)
 

HOME MOVIES: Family Tree

 “Todo el mundo a su manera encuentra lo que debe amar y lo ama. La ventana se convierte en espejo y, sea lo que sea aquello que amamos, en eso nos convertimos nosotros”1 David Leavitt

Geometría Familiar

En astronomía se denomina sizigia, a la alineación, en conjunción u oposición, de dos cuerpos celestes en relación a un tercero. Habitualmente el término queda circunscrito a los tres astros que más directamente ejercen influencia sobre nosotros, el sol y la tierra. Compartiendo raíz etimológica, la syzygia2 en el corpus teórico de Jung referencia también a esa unión esencial, en la misma línea espacio-temporal de los arquetipos del ánima, o la madre y el anciano, o el padre, es decir de la figura ampliada de los progenitores. En la ruta de descenso desde el macrocosmos de lo mítico hasta el microcosmos de lo familiar, se genera un movimiento de traslación que puede romper la alineación de las figuras y desviar la tríada de su situación inicial, en la que existe un equilibrio relacional entre las tres figuras, hacia una descompensación en forma de disposición triangular. A diferencia de la tríada, en el triángulo el clima emocional es muy intenso, habiendo rigidez en los movimientos y los límites de los miembros del sistema3.

La familia como matriz alquímica donde residen los recuerdos primordiales y sobre los que se construye nuestro ser interior, es una de las claves temáticas y conceptuales en la práctica pictórica de Jean Carlos Puerto. Mas allá de la institución, el ecosistema familiar, sea normativo o no, se configura como un dispositivo espacial determinante en el desarrollo y el crecimiento interior de las personas. Triángulos isósceles, escalenos, campos geométricos irregulares que generan tensiones, pactos, alineaciones, secretos y heridas.

El retrato de familia como género pictórico, presente desde las primeras Sagradas Familias, y de igual modo en la tradición fotográfica en su devenir medio-burgués hacia el tramo central del siglo XIX, parece haber querido siempre esconder mas que mostrar. Bajo la prístina composición propiciatoria y garante de una saga, manifiesto de la continuidad de la sangre, que no es otra que la de la especie misma, prevalece un diagrama relacional complejo cuya trazabilidad escapa al simple espectador quedando reservado a lo nuclear. En el devenir neoliberal de lo que venimos denominando occidente, la madre en su posición central y organizadora, conciliadora, va a quedar desplazada por la figura del padre que detenta el cetro de poder, estableciendo una relación de autoridad impositiva, inquisitorial.

Desde el estereotipo más forzado, la imagen de la familia tradicional ha servido como legitimadora de un sistema social hipertrófico, heteropatriarcal y descompensado.  En esta tradición fotográfica, al igual que en la fotografía de muertos, se ha tratado de evitar la sombra. Volviendo a Jung, la sombra integra los deseos profundos, los miedos, lo oculto y todo aquello que no se ha trabajado a la luz de lo consciente. Como los ascios, el personaje principal de la composición abandona su sombra que proyectada, contenida, encerrada en la figura del muñeco a sus pies simboliza lo no relatado, queda encerrado en el objeto que actualiza la infancia y con ella la naturaleza reprimida del individuo, (I´m) the end of the family line4.

En la pieza eje de la exposición, “1+1=3”, cuyo título homenajea el trabajo de Philippe Caille, la poderosa verticalidad de la luz del padre-sol, obliga al protagonista a cobijarse bajo la luz lunar-materna. Asistimos a una travesía planetaria que implica, no sin gran resistencia, la desmitologización de la figura de los padres traducida en una composición atípica, casi podríamos considerar de herética, nestorianista, que rompe la tradición piramidal y coloca en primer término al hijo por sí y para sí.

Si en su anterior proyecto pictórico: Umbral el artista operaba con “lugares de paso” virtuales y posibles, opta en esta ocasión por intervenir, site specific, un acceso/oclusión real de la sala de exposiciones, con la palabra trespass, declaración de intenciones que invita categóricamente a dar un paso adelante, a tomar decisiones desde el empoderamiento y la autoconsciencia.

Memoria Cromática

Si hablar de realismo y memoria pudiera parecer a priori una paradoja, Jean Carlos Puerto retoma la línea de investigación ya iniciada con el proyecto “Umbral” y continúa indagando sobre las vinculaciones que podrían establecerse entre la corriente de pensamiento del Realismo Especulativo con la pintura. En esta ocasión se enfrenta a cuestiones tales como qué papel desempeña el color en la producción de realidad e incluso cómo funciona en la construcción de la memoria. Si cierro mis ojos para dormir o morir, el árbol sensual se hace humo, mientras que el árbol real sigue ahí.5

Tratando de conciliar la física, los procesos perceptivos y el realismo especulativo, diremos que el color es una “experiencia sensorial”, un acto de “reflexión” por el cual la materia absorbe todas las longitudes de onda de la luz blanca excepto una, suscitando así un determinado matiz. Para Jonathan Flombaum6, el color no es otra cosa que un fenómeno psíquico vivido, experimentado. No existe en su materialidad, únicamente depende de la modulación de las longitudes de onda estimulada por variables como la luminosidad o el ruido visual medioambiental. Además parece que el recuerdo de los colores adolece de un sesgo sistemático  por el cual el cerebro tiende a agrupar el espectro cromático en las categorías mas sencillas concretadas desde su nominalidad. Podemos percibir y distinguir infinitud de tipos de azul, pero solo recordaremos aquel azul más categórico, el que más se ajuste a esa gama.  

El elemento pictórico de las abejas, animales capaces de percibir el color ultravioleta que reflejan algunas flores y que se muestran como un simple blanco para el ser humano, poetiza sobre la naturaleza del color asumido como entidad ontológica básica o cualidad sensible que genera tensiones fallas o continuidades en su relación con otros objetos. A modo de pequeño juego óptico, tanto en el apartado instalativo como en el plano pictórico, nos retan a ser descubiertas, a viajar con ellas desde el restrictivo panal hacia la luz liberadora.

Puerto, ha establecido como marco cronológico referencial un pasado reciente para especular acerca de cómo se produce la gestión del recuerdo del color y como este contribuye a la actualización de instantes pasados, objetos, paisajes o personas.

La persistencia en nuestro recuerdo está condicionada por los restos mecánicos de la memoria, que como artefactos físicos resultan sometidos al desgaste, a la pérdida de intensidad, a una igualación en el matiz debido a la oxidación. Las películas de super-8, las Polaroid y las instantáneas para determinadas generaciones han conformado una legítima estética de la desaparición.

Las características de los colores en el pasado están vinculadas y condicionadas al desarrollo técnico, a los materiales empleados en la construcción de objetos como son los nuevos plásticos o resinas y los tipos de pigmentos existentes en el último tercio del siglo XX. Por este motivo, el artista ha decido componer una paleta cromática conceptual compuesta exclusivamente por el ocre oscuro, el negro humo, el rojo cadmio medio, el rojo óxido transparente y el marrón van Dick, excluyendo cualquier tipo de matiz que haya sido creado con posterioridad a ese periodo temporal.

A partir de la pieza central, en un homenaje a Anna Atkins, Jean Carlos Puerto articula un sistema de posibilidades formales y conceptuales a través del proceso de la cianotipia. Soporte y tecnología mediatizan la contingencia y especulación sobre cómo podrían haber sido esas relaciones paterno filiales, en la que ahora si, entran en juego las sombras, lo no revelado.

En el misterioso baile de correspondencias, donde la luz ultravioleta es necesaria para la impresión cianotípica junto a la insidiosa tendencia del inevitable continuum espacio-tiempo tienden a unificar e igualar, su maniática predilección por lo monocromo. Exiliado de la paleta, el azul de Prusia se instala en los dominios de la memoria para regenerar la fina piel del recuerdo y sanar así las heridas del tiempo.

Ricardo Recuero

REFERENCIAS

1.- LAEAVITT. David -  El lenguaje perdido de las grúas – Ediciones Versal -1986 – Barcelona.

2.- JUNG. C.G.- Arquetipos e inconsciente colectivo – Ed. Paidos – Barcelona – 1992.

3.- Serrano Serrano, José, Galán Rodríguez, Antonio, Vallejo, Sonia Rosa Actitudes trianguladoras familiares y psicopatología infanto-juvenil.. International Journal of Developmental and Educational Psychology [en linea]. 2009, 1(1), 473-481[fecha de Consulta 19 de Octubre de 2020]. ISSN: 0214-9877. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=349832320051

4.- MORRYSSEY. Steven Patrick - (I'm) The End of the Family Line – Kill Uncle – Ed. His Master's Voice – UK - 1991 -

5.- HARMAN. Graham. – El objeto cuádruple  –Siglo XXI  editores -Anthropos– Barcelona – 2016.

6- Bae, G.-Y., Olkkonen, M., Allred, S. R., & Flombaum, J. I. (2015, May 18). Why Some Colors Appear More Memorable Than Others: A Model Combining Categories and Particulars in Color Working Memory. Journal of Experimental Psychology: General  Advance online publication. http://dx.doi.org/10.1037/xge0000076