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"Construcción de Futuros" Una exposición de Ricardo Calero en la Galería Ponce+Robles

Galería Ponce+Robles

C/ Alameda 5. Madrid

Hasta el 25 de mayo

              Natural necesario  /  Cuidar el pensar                                                                        

Una característica de Ricardo Calero es su capacidad para evolucionar sin olvidar. Las reflexiones que materializa (y desmaterializa) en los años ochenta, sus diálogos con el silencio de los noventa y el desarrollo posterior de mecanismos de escucha, de atención a la memoria y de activación de la conciencia, van sumándose y no sustituyéndose, como también van sumándose las geografías donde interviene y con las que se compromete. Estos espacios han sido, entre otros, el monte Taunus, en Alemania, el río Guadalaviar, en Albarracín, el desierto de los Monegros, el mar del Cabo de Gata, o Il luogo della Natura, en Bolognano, Italia. También los parajes alpinos próximos a Quincy que compartió con su amigo John Berger

Los trabajos que presenta en Ponce + Robles están emparentados también con otros proyectos recientes como sus esculturas nómadas. “Espacio de pensamientos” es una especie de carro-casa que recorrió los paisajes portugueses en la Trienal del Alentejo, y que instaló más tarde junto a la Biblioteca de Bad Vilbel (Alemania), con motivo de la Bienal “Blickachsen 11”. Esta estructura móvil amparaba un espacio para el diálogo. La comunicación y la propuesta de espacios de proximidad definen las preocupaciones últimas de Ricardo Calero. Estos conceptos pueden ayudarnos a entender las obras que ocuparán la galería. Parte de sus nuevas esculturas están hechas de mimbre. Son recipientes vividos  –espacios de acogida–  que terminan ofreciendo una breve interpelación, dando a leer una semilla de lenguaje. La casa nómada antes aludida poseía una cubierta, pero ésta se hallaba perforada por palabras, que nos protegían de forma permeable. Es decir, que era el sentido y no la clausura la que nos amparaba. También el mimbre trenzado permite respirar a aquello que cobija...

Es importante apreciar en estas obras la secuencia de los materiales. Al mimbre sucede la cerámica, y a ésta, la madera, el metal o el papel, aportando cada cual sus propiedades y su cualidad simbólica, en una breve historia de la materia prima artesanal que concluye formalizándose en signos (letras, palabras), que son como el tañido de una campana, algo que queda vibrando como posibilidad–  un SI condicional, una interpelación, un DI que queda a la espera…  Estas obras configuran la serie que Calero denomina “Natural necesario”.

En diálogo con ellas están  esas otras esculturas con las que se solicita “Cuidar el pensar”. Estos son trabajos que están relacionados más directamente con los encuentros con el Otro. Las palabras, recuperadas del habla, devueltas a un ser más próximo a la Naturaleza, se curan y se cuidan, como vimos que sucedía con las relaciones personales y la memoria. Los archivos conservan e invitan a crear contenidos nuevos. La vigilia del archivador aparece en el umbral de la conciencia. En los sobres azules que anidan en ellos, como palomas mensajeras, aparecen los deseos de los amigos, de los vecinos de Fuendetodos (donde el artista tiene su taller), a quienes se invita a contribuir con sus propios sueños. Si Ricardo Calero investigó en su día la blancura cegadora del silencio, con el tiempo está reconduciendo sus reflexiones hacia la comunicación. En aquel silencio suyo nunca desaparecieron del todo las partículas del lenguaje. Y es una construcción “de palabras” lo que nos propone ahora.  “Y construir de pensamientos espacios de futuro”, deja escrito. Utilizando el verbo como un material más flexible y participativo. Como el mimbre.

Hölderlin convoca en un himno a quienes hablan por el lenguaje. Ricardo Calero coincide con el poeta en la consideración del silencio como antesala de la palabra útil, y de la condición coral de la existencia. El tú cuenta entre las condiciones del ser yo. Cada vez más, en sus obras, las voces de los otros son de gran importancia. Significativas son esas obras en que un recogedor recupera unas letras, y las devuelve a su archivador, a lo que sería la casa del lenguaje. Los espacios se crean en tanto que pueden acoger. El propio artista se ofrece como medio. Es por ello que estas obras las define como “esculturas de la memoria”.

Alejandro J. Ratia