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Centro de Arte Caja de Burgos presenta "Eso importante que aún no puedo nombrar" de Carmen Sigler

Centro de Arte Caja de Burgos

5 de marzo – 30 de mayo de 2021

Producción: Fundación Caja de Burgos. CAB

Dirección de exposición: Javier Del Campo

Curaduría: Susana Blas y Javier Del Campo

Es Carmen Sigler (Huelva, 1960) una de las videoartistas más importantes de nuestro país. Si bien el protagonismo esencial en su propuesta para el CAB ha sido otorgado a su obra más reciente, el repaso a la singularidad de cada una de sus creaciones había de pasar, necesariamente, por uno de sus más icónicos trabajos. Realizado en 2006, en la videoinstalación Mamá Fuente la artista transformaba el cuerpo de la mujer-madre en un surtidor de virtudes, en un existencia que se desangraba metafóricamente para sustentar a su cría. Un cuestionamiento, en suma, del rol asignado a la mujer, convertida en un ser semidivino, para el que Sigler se apropia de los modelos de representación tradicional de la pintura barroca: fondo negro, figura contrastada, composición gestual mística e iconografía martirial.

Producida en 2018, será esta la segunda vez que pueda ser vista en su totalidad En la piel de la barbarie. Compuesta por diversos recursos estáticos y dinámicos, la videoinstalación parte de El rapto de Hipodamia (1636), de Pedro Pablo Rubens, para instar al espectador a una reflexión sobre la significación real de las alegorías mitológicas en la historia del arte. Sigler transpone al vídeo una acción protagonizada por adolescentes de nuestro tiempo y explicitar así el camuflaje que, bajo la exaltación de los códigos culturales, oculta el problema real de la violencia contra la mujer. 

 

Naturaleza soy (2020) pudo verse, exclusivamente, en la pasada edición de Arco Madrid. Un trabajo videográfico encargado por la Diputación de Huelva con el que Sigler nos enfrenta a nuestra propia conciencia como validadores de conceptos culturales. La idea de naturaleza es, en sí misma, una invención humana para separar nuestro ámbito atropocéntrico de cuanto nos rodea. Rodado en una salina, un escenario que borra los límites entre lo natural y lo artificial, la filmación nos obliga a reconsiderar el ideal imaginario que atribuimos a la naturaleza desde el Romanticismo. La evocación de la pintura de Caspar David Friedrich abre el relato para, a partir de ese momento, interrogarnos sobre la necesidad de imbricarnos en un medio ante el que no podemos actuar como meros contempladores.

 

Alegoría en tres actos (2021) abre la secuencia de obras que se presentan por vez primera en el CAB. Con el reproche al antropocentrismo como argumento, la artista examina nuestra relación con otros seres vistos, casi exclusivamente, como mercancía de consumo. No es extraña en la tradición artística histórica el empleo de la naturaleza (y de cuantos en allá habitan) como un marco meramente pasivo, receptor complaciente de la actividad humana. El trabajo de Sigler quiere romper con la disociación radical que establecemos entre humanos y animales “como un acto de resistencia frente a la lógica biopolítica”, en palabras de la autora. La obra ha sido concebida como un poema visual, alentada por textos de la pintora y escritora Leonora Carrington, de los filósofos Timothy Morton y Giorgio Agamben y de escritores como Antonio Machado y Victor Hugo entre otros.

El tiempo de la llama (2021) ahonda precisamente en esa relación, indispensable ya para entender nuestro tiempo, con cuantos seres comparten nuestro mundo. La necesidad del instante, la certidumbre del presente como guía existencial en la que atrapar el valor de cuanto sucede. Sigler recurre aquí a cinco elementos cohonestados: una triada de mujeres vestidas de rojo como atributo de la emoción y el cambio humanos, un entorno rural, un niño, un asno y una vela cuya llama nos insta a sentir el tiempo y aprehenderlo, a entender que lo simple es lo extraordinario y cuanto da sentido a nuestra vida. Algo tan sutil y aparentemente efímero como es compartir con un animal nuestro tiempo (lo que dura la llama de una vela) para percibir, según relata la artista, que “los animales son los que tienen el sentido último, la conciencia de lo que es realmente importante”.

Cuaderno de bitácora (2020) es, de algún modo, el trabajo más autorreferencial de Carmen F. Sigler. No en vano emplea como subtítulo las coordenadas ‘google’ de su casa (37°09’06.6»N 3°34’29.0»W). Planteada en estos momentos en dos acciones (y dos registros distintos) la autora aborda en el primero de ellos la enorme distancia crítica con que nos planteamos hoy el porvenir. La relación con los acontecimientos recientes es manifiesta: Para la autora, en este contexto, es urgente el cambio de modelo de actuación social excluyente que nos ha traído hasta aquí. En el segundo registro redunda en su parentesco honesto con toda forma de vida y en la conciencia de que cuanto tenemos de humanos excede los límites de nuestro mismo cuerpo.

+ info en: http://carmensigler.com/