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Avelino Mallo en la Galería Gema LLamazares: La licuefacción del paisaje

Del 21 de octubre hasta el 27 de noviembre de 2010.

UN ARTE DE LOS FLUIDOS

En una primera visión –o, según el juego al que invita el pintor: en una primera escucha-, la pintura de Avelino Mallo (Langreo, 1956) puede interpretarse como un procedimiento cuyo objeto es provocar unas condiciones que garanticen el máximo azar para luego infundirle forma; no una forma entendida tanto en el sentido plástico de figura definida o configuración concreta, como en el sentido platónico: un arquetipo ideal, un esquema que trasciende lo físico y que de algún modo es más real que lo físico. Tal y como queda bien claro en Música para los ojos, pequeña retrospectiva sus últimos quince años de trabajo, esa forma genérica que Mallo invoca una y otra vez bajo especies distintas en el líquido territorio del azar es la del paisaje.

Desde supuestos que Luis Feás ha inscrito en una tradición asturiana del “paisajismo abstraído”, Mallo emplea en todos los casos una misma técnica: el vertido, el derrame directo del pigmento sobre la superficie del lienzo. El estado físico que más conviene al azar es el del fluido, y difícilmente se puede encontrar una manera de pintar que abra más posibilidades y contenga más riesgos que esta. Porque aquí el pintor no manipula la materia: como mucho induce en ella unas ciertas probabilidades y luego intenta concretar con precisión una de ellas, preparándola primero en distintos grados y calidades de disolución, jugando con lavados, reservas y transparencias, y sobre todo manipulando la posición del lienzo mediante minuciosos giros e inclinaciones. Es un un proceso de gran concentración y sutileza, en el que, según Mallo, “llega un momento en el que estás intentando controlar cada gota con la mente” y en el que la más mínima desviación de su trayectoria puede arruinar el cuadro.

Desde ese punto de vista, es una obra que causa pasmo. Porque, aunque tenga sus deudas reconocidas con el culto surrealista del azar, la action painting, la abstracción norteamericana o el paisaje de corte abstracto que se mencionaba más arriba, la fuente más honda de la que mana esta pintura es el paisajismo romántico. El más radical: aquel en el que la ausencia de forma y el misterio sobrecogedor con que se nos impone la naturaleza -lo sublime-, alcanza un compromiso logrado con la contención formal que le contraimponemos a través de nuestros ideales de belleza. Cada una de las cuatro series temáticas representadas en Música para los ojos –las panorámicas horizontales, los Caminos de Jabalí, los Veneros y los Botánicos- poseen una potencia figurativa, una calidad tal de representación y, más aún, de evocación sensible y espiritual de espacios y atmósferas, que cuesta desligarlos de lo improbable del método mediante el cual se han obtenido. Y eso podría llegar a eclipsar la esencia profunda de esta pintura.

Porque es ahí donde está el verdadero riesgo: no tanto en el desafío que se lanza contra el azar como en la destreza que se emplea para vencerle en su mismo terreno. Un terreno licuado, fluido, resbaladizo, tan repleto de posibilidades como de imposibilidades, que el propio pintor describe en su texto para el catálogo en términos significativamente genesíacos y que es imposible dejar de asociar, como también lo ha hecho Antonio Fontela, con la sopa primordial del que surgió la vida en la tierra: un “charco”, escribe Mallo, “inicialmente disipado de inexpresivas aguas coloreadas” en el que se producen “por azar los millones de conexiones inesperadas de los cientos de miles de detalles” que finalmente se concretan en forma de ramajes, excrecencias vegetales, horizontes brumosos, torrenteras, reflejos, imponentes masas de verdor y oscuridad o cortinajes de luz boreal.

Pero, a pesar de la asombrosa precisión con que provoca esos efectos, Mallo no es un virtuoso. Para el virtuoso, la obra es sólo un pretexto a partir del cual desplegar su consumada competencia técnica. En los cuadros de Música para los ojos, como en la música misma, poética, tema, forma, método y ejecución forman una unidad indisociable en pos de lo que el propio pintor describe como “el leitmotiv originario”: “Dirigir hacia uno mismo los ojos, para interiorizar lo visto e ir a la plasmación o revelado de todo aquello natural o sobrenatural que encierran determinados parajes”.

Se trata, por lo tanto, de pintar no el paisaje, sino la experiencia del paisaje; de revelarlo tal como lo ha interiorizado alguien que conoce de primera mano los secretos de la montaña y el monte asturiano. Del mismo modo que sucede en sus Veneros –reflujos de un mundo licuado y prístino de manantiales de montaña-, el ímpetu original, torrencial e informe de la vivencia directa de la naturaleza se encauza en esta pintura y adopta la forma de la sensibilidad del pintor: una sensibilidad que él mismo califica como “ecológica”, configurada mediante el contacto directo con el paisaje. Y este es a la vez el paisaje concreto de sus valles mineros, los rincones escondidos de la Cordillera Cantábrica o las trochas de jabalíes, y el ideal romántico del paisaje como símbolo de la apertura, lo infinito, el misterio, si bien sosegado a través de una mirada y una disciplina que tienen mucho de oriental.

En ese contexto es donde cobra pleno sentido lo que se decía más arriba de esta pintura como procedimiento para “infundir forma” al azar. Al fin y al cabo, “infundir” significa también “echar líquido en un recipiente”, y “forma” es tanto el esquema que se impone para configurar los datos brutos como el “molde en el que se echa algo”. La pintura de Avelino Mallo resulta ser, entonces, una sucesión de vertidos –de versiones- de la informe y huidiza esencia de la naturaleza, aquietada y embalsada en el ancho recipiente de la sensibilidad de su autor según un delicadísimo arte de los fluidos, y luego nuevamente vertida a nuestro propio recipiente de espectadores sin que se pierda una gota de belleza en el trasiego.

Juan Carlos Gea

Galería Gema LLamazares

Instituto, 23 33201 , Gijón

Telf: 984197926

gema@gemallamazares.com

www.gemallamazares.com