"Ausencias", exposición comisariada por Antonio Jiménez en Sevilla

La presente muestra expone los modos de entender la ausencia desde el punto de vista de una selección de artistas que manifiestan este complejo e inabarcable concepto a través de sus obras. La ausencia puede analizarse desde diferentes perspectivas: en el silencio, en la omisión de la imagen, en los espacios vacíos y en la muerte -quizás la más imponente y temida de las ausencias-. En cualquiera de sus connotaciones siempre la entendemos como un elemento antagónico, siendo el paso del tiempo lo que modifica la condición de lo que existe -la presencia- en lo que deja de existir -la ausencia-. Estas obras son el ejemplo más claro de la presencia impalpable, de lo que fue y ya no es, de lo que permanece, pero de otra manera, más allá del umbral de la existencia.

En este sentido, encontramos el modo en que Manuel M. Romero dota primeramente a sus obras de materia pictórica y trazados para después eliminar lo que considera sobrante; es decir, su trabajo es producto del resto, de lo que permanece y resiste en la superficie, llevando al espectador a intuir e interpretar los hallazgos encontrados en esta composición. José García Vallés presenta una obra de carácter escultórico donde experimenta con la luz y la construcción de lo efímero, mientras que su pintura reproduce patrones diseñados y programados por el artista y que son ejecutados a través de impresión 3D. Como resultado, en su trabajo se dan todos los elementos propios de la pintura sin llegar ésta directamente de la mano del artista. En los dibujos a crayón de Fuentesal & Arenillas hallamos varios aspectos ligados a lo cotidiano, al azar y al trabajo grupal que articulan en dos mitades, resultando una obra que alberga la idea de inicio y continuidad como un juego: lo que comienza uno de los artistas es finalizado por el otro. La repetición de formas mecánicas se utiliza como recurso para hablar del ser, del lugar y de las vivencias. La experiencia del paisaje del dúo Moreno&Grau queda patente en las dos fotografías en cajas de luz que registran una acción llevada a cabo en la desembocadura del río Guadalquivir. Este registro fotográfico consigue transmitir la sensaciones del entorno –los elementos del río y los que influyen en él– y acercarlos al espectador como si estuviera presente en la escena. El trabajo de Arturo Comas nos interroga sobre el porqué de sus instalaciones, retratos, composiciones o fotografías performáticas ausentes de sentido. En las obras de la exposición, Arturo ha construido un archivo de la memoria de Culla (Castellón) al fotografiar en bodegones los objetos recopilados –y devueltos posteriormente– por las casas y espacios públicos con la intención de recomponer el lugar en la imaginación, como piezas de un puzle. Finalmente, Martínez Bellido desdibuja la memoria personal para hacerla colectiva. Aniquila el principio de instantaneidad de la fotografía y la convierte en dibujo. Transforma tanto las imágenes del archivo familiar como las de otros ajenos a él provocando pequeños “accidentes” que hacen desaparecer las identidades fotografiadas, emergiendo un punctum en las escenas cotidianas que rompe con la calma del espectador.

El peso de lo que no es visible o palpable puede llegar a ser mucho más poderoso sensitivo y emocionalmente que el sujeto u objeto cuya presencia sea un hecho. Por esta misma condición contradictoria, Ausencias cuestiona la esencia del propio concepto, mostrándose como un proyecto donde la paradoja está servida, ya que será la ausencia la responsable de inundar todo el espacio.