ENG

 

Buscar

 

contacto

Contactar con el IAC

Ansorena presenta "Misterioso espacio (escultura contemporánea)"

ANSORENA

Hasta el 24 de noviembre

José Ramón Anda, Alberto Bañuelos, Luca Benites, Rafael Canogar, Martín Chirino, Amadeo Gabino, Julio López Hernández, Gerardo Rueda, José Luis Sánchez, Pablo Serrano, Mar Solís, Manuel Valdés, Gustavo Vélez

 

SÍ, MISTERIOSO ESPACIO ALFONSO DE LA TORRE

“Vivimos en un mundo de enigmas”, el espacio es misterioso: cabizbajo sentenció Henri Michaux1 , convertido su imaginar paseante en cuadritos kleeianos. Punto y línea sobre el plano, es la pintura, empero se preguntan las formas escultóricas en dicho espacio, tentando el acceso a otro mundo pluridimensional. Es la escultura, levedad o peso. Brancusi: la musa dormida acaricia con su mejilla el suelo, que es el cielo, es vuelo, es el sueño. Refiere Ezra Pound, sobre aquel, sus formas median entre la forma pura y la gravitación terrestre. Comunican la tierra y el cielo, decía Mircea Eliade. Ahora es el escultor recluido en el Impasse Ronsin: “Je n’ai cherché pendant toute ma vie que l’essence du vol”. Ah, reposar sobre la tierra y volar, suscribe Paul Klee2 . Rêve de vol, titulará Palazuelo una escultura rememorando a Bachelard. En palabras de Ángel Ferrant: “Cualquier material que, configurado por el hombre en todas las direcciones del espacio, le presente imagen de sus impresiones vitales, es escultura”3 . Y Jorge Oteiza refirió, “esa misteriosa inclinación del hombre que le empuja a ser escultor” 4 . Misterioso espacio, el escultor hace visibles otros espacios antes inexistentes, crea y erige lugares no pensados hasta ese instante. Frecuentándose el uso del enigmático metal, -una materia mágica que ha viajado con la historia de la humanidad, cual portentoso elemento-, unido a las leyendas desde antiguo: a las preguntas de los primeros viajeros a América sobre los objetos de hierro, los cronistas de Indias observaban cómo señalaban el cielo y sus meteoritos. De ahí que, incluso en nuestro tiempo, hierro y metal en general han portado ese aspecto mágico, la mención a su secreto origen, remitido desde la divinidad. Mundo, el de la escultura contemporánea, en muchos casos vinculado a aquellos heroicos escultores que soñaron formas crecedoras entre las chispas y el ardor de la fragua. O el bronce: estatuaria desde antiguo, sobre la vida y la muerte: se construyen indelebles cañones o campanas. Fíbulas, espadas, rejas y coronas: metal de la historia. En la exposición, obras de fundición de bronce de nuestra vanguardia histórica de los cincuenta: Rafael Canogar, Martín Chirino, Amadeo Gabino, Gerardo Rueda, José Luis Sánchez o Pablo Serrano. Piel de la escultura, forma o superficie visible generadora de la energía que porta la escultura creada. Se puebla el misterio del espacio de los objetos quietos, el temblor de una lengua nueva que está por nacer, ¿ejemplos?: el mundo silente de Julio López Hernández o la silla de Manuel Valdés (he recordado a la silla pintada por Schiele desde la prisión) emparentan con la oda al mundo silencioso del artista que se propuso seriamente no estar al día, Rueda. Huella en el espacio que devino perenne, nueva habitación de un espacio que estuvo antes, también una piedra se eleva en el espacio, son las esculturas de Bañuelos, es piedra. Mármol construido de las elevaciones de Luca Benites. Sigue el mundo natural: José Ramón Anda (Bakaiku, 1949) frecuenta el boj, la madera y lo mineral, el plano o la oquedad, lo delgado y el espacio ausente, lo que se expande y lo arcano, tal la búsqueda de una dimensión perdida, el infinito misterio. Reimaginador del espacio, rebasando significados, Anda propone un silencioso y sutil mundo de preguntas en torno a lo perceptible, sobre la relación entre la armonía y los secretos que encierran las formas, la inefable condición que porta la materia habitante en lo natural. La posibilidad de que una conjunción de planos, formas o nadas (vacíos) en el espacio, devengan un espacio dinámico.